Para aquellos que creen que la planificación central es la panacea, Walter Isard, con la característica de un verdadero maestro advierte no sin razón que, es harto sabido que una teoría general de la localización y espacio económico tienen escasas aplicaciones en el tratamiento de problemas concretos de la realidad. Sin embargo los avances en dicha materia desde la década de los cincuenta han permitido corroborar, sin lugar a dudas, todo lo contrario, claro que con la ayuda de la informática, estadística, cartografía económica; su utilización e integración demuestra que, para que una tal teoría resulte operativa debe complementarse forzosamente con las técnicas de analisis regional. Estas técnicas tienen que hacer posible la estimación de magnitudes fundamentales del espacio económico que se considere.
Al respecto, desde el punto de vista de los economistas, utilizar variables exogenas a esta disciplina era, por decir lo menos, poco ortodoxo, pues la matemática siempre ocupó un lugar privilegiado entre las preferencias académicas y de formación. Por tal razón, es compresible la afirmación que, son necesarias técnicas para estimar la dimensión del mercado en algún punto, o, desde un punto de vista práctico, para una continuidad de puntos que formen el área principal para la empresa dada. Por esta razón, Walter Isard, afirma que, la población es el factor básico en la determinación de la dimensión de los mercados…las previsiones del número de individuos de un mercado no deben basarse en las tasas de nacimientos y defunciones. Los factores sociales, políticos y económicos influyen también sobre las emigraciones e inmigraciones.
A este respecto, el mismo Walter Isard, corrobora la valoración de integrar el campo social y el económico, cuando muy acertadamente manifiesta que, el dólar y otros signos monetarios, constituyen, en una sociedad industrializada, la unidad más relevante para la medición del mercado. Tenemos que estimar la renta regional…además, la balanza de pagos y las restricciones crediticias pueden limitar el crecimiento del mercado. Y las oscilaciones cíclicas, la estructura industrial y la especialización de una región pueden influir en la valoración que los hombres de negocio hacen de los correspondientes mercados.
Es así que el realce del esfuerzo radica en la búsqueda fatigosa de una armonía que devele las tendencias en la formación de los mercados, dejando de lado en todo momento la opción del azar o de la simplonésca actitud del “olfato” en el negocio. Cuanto daño, en términos productivos y de sostenibilidad, se hace cuando los flujos migratorios, tan sensibles a las mejorías del bienestar, empujan a tomar decisiones apresuradas y sin basamento técnico. Desde luego que el caso más visible es ver la destrucción de áreas agrícolas a cambio de villorrios o más de lo mismo. Por eso es que, el uso de los modelos teóricos de suelo agrícola y otros modelos de utilización de recursos están en función de la dimensión y también de modelos espaciales de concentraciones urbanas. No pueden sugerirse modelos específicos de población intermetropolitana, diseñando centros y ciudades satélites y uso de tierra, para configuraciones industrial-comercial-residenciales, canalización de rutas de transportes, como tampoco tasas de transportes.
Cuando las decisiones contravienen al buen sentido, cuando por mezquindades y apetitos políticos se soslaya el futuro, el caos y la desventura se convierte en cáncer para los ciudadanos. Para evitar semejante disparate mal intencionado, se requieren también a nivel regional estimaciones de población, empleo, producto nacional bruto, renta y gastos gubernamentales y flujos interregionales de bienes y población. Por esta razón, y por lo que afirmáramos en el párrafo anterior, Walter Isard, dice que, estas teorías ayudan a aislar los más importantes procesos estructurales para ser implementados empíricamente. Y, aún más, apuntala la integración interdisciplinaria cuando recomienda remitirse a otros escritos de naturaleza histórica que expliquen la evolución de la sociedad en su aspecto espacial. No suficiente con esta recomendación, ahonda exigiendo que, se precisan mejores designaciones y analisis de toma de decisiones locacionales; se requiere la persecución de un patrón de fecundos proyectos de investigación en relación con el futuro desarrollo y fusión de las técnicas.
Después de todo, este otro lado es del que no hablan los políticos, casi siempre es por su ignorancia, por su desmesurada vanidad y por su impúdica realidad. Tal vez y solo tal vez no posean la suficiente capacidad para escuchar los pedidos, para observar los conflictos entre los diferentes componentes de una región y para sopesar los efectos que causa el reino del empirismo de donde ellos son reyes o caballeros absolutos ordenados por la herejía de su ignorancia. Por esta razón, aquellos que aún no han perdido el sentido común, el sentido de la estética y el buen gusto, observando, escuchando y oliendo la posible convivencia rural con lo urbano deben aquilatar la sentencia de Walter Isard, cuando dice, aún más básica sea la necesidad de una teoría general más comprensiva que no solo cubra situaciones de equilibrio respecto a la localización, comercio, precios y producción para un sistema de regiones cuyas fronteras y canales de transporte sean variables entre sí, sino que trate, asimismo, de las fundamentales interrelaciones de las fuerzas políticas, sociales y económicas, así como sus efectos sobre los valores de la sociedad, condicionando sus modelos de comportamiento y procesos de fijación de objetivos y conduciendo a decisiones concretas y políticas referentes a estructuras y funciones interregionales.
Hasta aquí, las ideas centrales se podrían resumir de la siguiente manera:
1. Las técnicas de análisis regional permiten que la teoría de la localización y espacio económico tenga aplicación real.
2. Es necesario tener en cuenta las variables de orden social, político, económico e histórico.
3. Descartar el empirismo, privilegiando la investigación.