Las acontecimientos generados por la situacion económica por lo general son paulatinos, siendo estos al principio imperceptibles hasta que llega el tiempo en que se desata la tormenta con la subida de los precios. El economista que no se percata de este hecho es porque es ciego.
Resistir una tempestad económica es en todos los casos lo primero que el sentido común indica aunque en la mayoría de los casos el efecto domino empieza derribando al grupo humano menos protegido. Actualmente la economía peruana llego al limite de su resistencia. Los indicadores reflejan, no cabe la menor duda, que la recesión se instalo entre los peruanos; no solo es recesión, este es un adjetivo técnico, mas bien es la aniquilación de los cimientos básicos para su sostenimiento. El ejemplo real es el caso de la minería y la pesca.
Una cosa es hablar en base a indicadores y/o estadística o referirse a la mezcla inaudita, como lo hace el actual ministro de economía y finanzas, entre la política económica y las esperanzas insustanciales de la irrealizacion de sus querencias.
Si se compara la situación económica de 1990 con la actual podría afirmarse que desde el año 2000 la economía peruana se enfilo hacia una fatídica situación y modelo de vida, con el agravante de que en esta oportunidad se encamino de manera consciente. El daño esta hecho y la economía no es capaz de recuperarse ni lo hará, pues sus sustentos sociales y politicos impiden su reanimacion.
El Banco Central de Reserva del Peru esta contra las cuerdas. No puede seguir respaldando y auxiliando con su confianza al moribundo, poco o nada puede hacer por salvar lo poco que queda de una época de esperanzas.
Somos testigos del fracaso.
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