Oscar Muñiz
En homenaje al restablecimiento de las relaciones
diplomáticas entre Cuba y EUA, vaya el siguiente apunte. Muchos en el mundo
fueron, son y serán adversos recalcitrantes al régimen comunista de Fidel
Castro, porque no entienden de historia ni del tiempo. ¿Se atreverán a ser enemigos
de Barak Obama?
En lo personal me es indiferente Andrés Oppenheimer. En lo
profesional simplemente somos como el agua y el aceite, siendo Oppenheimer el
aceite por resbaladizo y escurridizo. Oppenheimer estudio abogacía, yo soy
economista.
Tiene gustos refinados. Le gusta viajar en clase A, codearse
con lo “mejor” del escaparate y tiene un visceral encono disfrazado de respeto
y gentileza hacia Fidel Castro y al pueblo cubano. Tal vez sea porque nunca
sufrió estrecheces económicas, o porque su nacionalidad se lo permite o al
final de cuantas crea que por su apellido el que hace recordar el mayor crimen realizado
por su homónimo atómico, tiene derecho a intentar ser como es.
Tampoco comparto muchas cosas con Fidel Castro Rus, y dentro
de las pocas cosas que le admiro esta el valor que le da a la dignidad.
Puestas las cartas sobre la mesa dedico estas cuantas líneas
a un hecho que es preferible no dejar pasar. Se trata de un libro escrito hace
muchos años por Andrés Oppenheimer, el cual lo compre en una librería limeña.
El libro se titula, La hora final de
Castro, La historia secreta detrás del gradual derrumbe del comunismo en Cuba.
Gran falsedad la de Oppenheimer. Ni una ni la otra de sus
afirmaciones son verdad. En la página 43 del libro dice: “A principios de los
años 80, Castro había utilizado sus contactos con el cartel de Medellín para
enviar armas por avión a las guerrillas del M-19 en Colombia. Los aviones
volaban sobre el espacio aéreo cubano sin que nadie hiciera preguntas, y
recogían las armas en pistas improvisadas de distintas islas caribeñas, y a
veces en la propia Cuba. Carlos Lehder, uno de os principales jefes del cartel
de Medellín, atestiguaría años más tarde ante un tribunal norteamericano, que él
se había reunido dos veces con Raúl Castro en Cuba para organizar estos
vuelos”. John Kerry, tiene a su cargo la
verificación de la acusación contra Cuba de apoyar al terrorismo. Lo escrito
por Oppenheimer será en su momento refrendado o corregido.
La bajeza como escribe Andrés Oppenheimer solo son artes de
féminas despechadas o de maridos cornudos, llega a niveles que un hombre en el
sentido varonil de la palabra nunca
jamás puede escribir, mucho menos hablar o comentar.
En la Cuarta Parte del libro “Viene la mano dura”, Andrés Oppenheimer
concentra una andanada de desprecio, críticas infundadas, hasta mofas de mal
gusto. Además un tipo que viaja por medio mundo se sorprende que un economista
cubano no tenga empleo en su país como si fuese raro o pecado, como si en su
segunda patria adoptiva todos los economistas tengan empleo y ganen $ 500 mil
al año.
Lo único que pude rescatar del libro son sus más de 335
nombres de personas.
La historia verdadera nunca puede ser escrita por un
plumífero a sueldo. Pero tampoco los libros no merecen este tipo de destino.