Asesoria Economica Financiera y Medio Ambiente

4 de febrero de 2015

Crecimiento económico 2015








Oscar Muñiz


El crecimiento económico es un dato que tiene sus ambigüedades, diría que por su naturaleza es un tema opinable y discutible, pero por esto no deja de ser importante.

Se entiende  al crecimiento económico como la evolución del producto bruto interno en un lapso de tiempo determinado. El Banco Central de Reserva del Perú calculo que este indicador para el 2015 sería de 4.8% (rectificado), y el Fondo Monetario Internacional calculo un 4.1% (rectificado). BTG Pactual sostiene que el crecimiento será de 5.7%, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 5%, y FocusEconomics 4.5%.

 Entre las razones que se acreditan señalan la debilidad de las exportaciones y de la inversión privada, el aporte negativo de los inventarios, la pérdida de fuerza del consumo privado, y los problemas de implementación de la inversión pública.

A nivel latinoamericano según la CEPAL, Chile crecerá 3%, Colombia 4.2%, México 3.2%, Panamá 7%, Bolivia 5.5%, Republica Dominicana y Nicaragua 5% respectivamente cada uno.

El Perú con una población de 30 millones de habitantes requiere de un crecimiento mínimo de 6%. Con este crecimiento puede albergar la posibilidad de ofrecer bienestar a la población. Sin embargo existe una exigencia sustancial para que el crecimiento económico en lugar de bajar sea constante en el tiempo o como hoy se dice un crecimiento sostenible. Esto se encuentra en función de ciertas variables como el número de habitantes, sus necesidades (educación, salud, empleo, etc.), los requerimientos  pensionarios, modernización, gasto militar, entre muchos otros. La mayoría de las necesidades se podrían encarar solucionando sus limitaciones realistamente cuando la productividad se incremente, y para tal fin se necesita solucionar el problema educativo, el de salud, con una formidable legislación que en lugar de socavar el futuro lo aliente y estimule.

Este fue el caso de la ley del empleo juvenil para personas entre los 18 y 24 años de edad, que al fin de cuentas tras ser aprobada por todos los partidos políticos en diciembre-2014, fue derogada por los mismos legisladores en una sesión convocada por el Presidente de la Republica al Congreso en una legislatura extraordinaria que se realizo el 26 de enero de 2015.

Los consensos son necesarios en toda sociedad, mas es vital en una economía como la peruana, la cual enfrenta una profunda ilegalidad (informalidad) generando año tras año incapacidad de alcanzar bienestar, debilitando las bases mismas de la legalidad (formalidad) y corroyendo la seguridad social que al final de cuentas es lo que más se necesita. Pero no nos equivoquemos, la desaprobación de la ley del trabajo juvenil adoleció de consenso, y por lo tanto su rechazo, de la población que supuestamente se beneficiaria de ella.

Actualmente más de  dos millones de jóvenes se encuentran trabajando precariamente, quiere decir sin tener acceso a los beneficios de la seguridad social (bonificaciones, vacaciones y el resto de beneficios sociales que un trabajador debe de tener). Este panorama ya era grave a inicios de la década de 1990, cuando la estructura salarial de los trabajadores era defectuosa, por decir lo menos; había ausencia de sindicatos, lo cual permitió una limpieza total de los beneficios sociales, el aumento de la precarización del salario, la desprotección laboral por parte del Estado, en resumidas cuentas la instalación de la ley de la explotación, el trabajo mal remunerado, cuando este se realizaba, y el desamparo total de los trabajadores.

En estas condiciones el Perú actual no puede aspirar a incrementar la productividad por el bajo nivel de capacitación de los trabajadores, su nula o deficiente preparación técnica y profesional, y sin duda alguna la conveniencia de los empleadores  con su nefasta política del “cholo barato”.


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