Oscar Muñiz Corro
Para enfrentar una situación sumamente delicada y
comprometedora se necesita carácter ponderación y un espíritu convencido de que
no se puede tolerar ni aceptar lo que por décadas la cúpula de la iglesia católica
tolero con silencio y complicidad.
El arzobispo australiano Philip Wilson, fue sentenciado por
las cortes australianas a purgar 12 meses de prisión domiciliaria por encubrir
acusaciones sobre abusos sexuales a niños por parte de otros religiosos.
En el año 2017 se comprobó que decenas de miles de niños
australianos habían sufrido abusos sexuales en las instalaciones y centros
religiosos.
El actual juez de New Castle, Robert Stone, ordeno que el obispo
Wilson cumpla al menos seis meses antes de que el religioso pueda solicitar la
libertad condicional. Los abusos a los
menores que son motivo de la sentencia
es porque James Fletcher, que vivía en la región de Hunter Valley al norte de
Sidney, en la década de los 1970, fue uno de los ultrajaron a dos monaguillos.
Últimamente el papa Francisco, después de su viaje a Chile, enfrentó
a la cúpula de la iglesia chilena y, le propinó el más duro golpe jamás
recibido, pues además de haber sido removidos de sus cargos los más altos prelados
chilenos muchos de ellos se vieron en la
obligación de renunciar.
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