Oscar Muñiz Corro
Allá por la década de 1980 concluía en Argentina la
experiencia “neo monetarista”; también se daba inicio a un plan
antiinflacionario, más precisamente el 14 de junio de 1985. Entre los años 1980
y 1981 se produjo la fuga de capitales la cual dejo para los argentinos una
enorme deuda externa más los intereses. Los intereses fueron cubiertos con los
superávit comerciales, mientras que el capital fue refinanciado por los
acreedores externos. Los efectos de estas medidas fueron inconmensurables, lo
cual aumento el déficit fiscal y la inflación, como resultado se profundizo la
recesión.
Podemos resumir, centrando más puntualmente, las medidas
implementadas en el programa de estabilización de la época en:
i Congelamiento por tiempo indefinido los precios, las
tarifas de servicios públicos y los salarios
ii Se sustituyó la moneda argentina el peso por el austral,
con una paridad de 1,000 pesos por un austral
iii El tipo de cambio fue fijo, 0.80 centavos de austral por
dólar
iv Se dejó de financiar el déficit fiscal con emisión
monetaria
v Se redujo el déficit del sector público al 2.5 % del PIB
en el segundo semestre de 1985 siendo financiado totalmente por créditos
externos con el FMI y la banca acreedora
vi Se creó una escala de conversión de pesos argentinos en
australes
vii Se redujo drásticamente la tasa de interés en 4 % y 6 %
para depósitos y préstamos de 30 días la cual fue modificada al 3.5 % y 5 %
respectivamente
Hoy, después de 33 años la situación en ese país es más que
critica. Los mismos errores volvieron a repetirse después de 17 años de la peor
crisis; ya no hay “corralito” (bloqueo
de dinero en los bancos frente a la escases de dólares) más bien los asaltos
son mano armada.
Tener presente que la devaluación del peso es de 10 %, aun
cuando el presidente Macri elimino los controles cambiarios en el 2015; el
Banco Central vendió USD 8,000 millones de sus reservas (12.5 %) y elevo la tasa de interés al 40 % con el
propósito de proteger al peso. El presidente Macri pidió ayuda al Fondo
Monetario Internacional (FMI) por un monto de USD 50,000 millones, y con esta
acción revivió el temor de la crisis del 2001.
Existe la opinión de que el mal argentino radica en su
dependencia del financiamiento externo debido al déficit comercial y fiscal además
del déficit en cuenta corriente de su balanza de pago que es del orden del 5 %
del PBI. Aseguran que este déficit es muy alto y, si suman los déficit del
gobierno nacional, el gobierno provincial y la deuda del Banco central, el
déficit fiscal sería del orden del 10 % del PBI. Por esta razón las crisis
cambiarias argentinas tienen un ciclo. Actualmente Argentina está en una crisis
más.
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