Oscar Muñiz Corro
En este país, el Perú, está prohibido, de manera solapada
opinar o expresar su parecer. Los más son mudos, ciegos y sordos. Los menos son
los sabiondos, los opinologos, los letrados, aquellos que por algún interés,
vaya uno a saber, tienen acceso a vomitar su sabiduría e inmaculada opinión.
No se puede dejar de lado aquellos personajes que hacen lo
indecible por presentar la situación actual como un mero traspiés, para no
opacar la supuesta situación de progreso. En el manoseo de las expectativas existen
verdaderos genios cuando se tata de comunicar el desastre en que se encuentra
la economía peruana.
De algo que no se habla, salvo en privado, es sobre la recesión
en que se encuentra el Perú; mas no se toca por el momento el tema del inicio
de una nueva crisis económica. Sin embargo, las evidencias de que la economía peruana
está en ese rumbo, es por la decreciente actividad económica que grafica la variación
del PBI hacia abajo, cuando el
crecimiento económico es cero y cuando la economía tendrá dos trimestres
consecutivos en franca depresión.
Dijimos anteriormente que la economía en cualquier parte del
mundo no funciona sin reglas claras y respetando la ley. Ahora se tiene la comprobación
de esta premisa que la esgrimimos semanas anteriores.
La lucha política por defender lo indefendible, dígase corrupción,
tiene su correlato en la postración de
los indicadores como es el incremento del desempleo que mes a mes crece y no
tiene cuando detenerse.
Los responsables de esta situación son
conocidos, son las agrupaciones políticas en pugna desde 1990. En nada ayudo la
experiencia amenazadora de cárcel para expresidentes, alcaldes, gobernadores,
funcionarios. La única certidumbre es que los responsables siguen paseándose
como Pedro por su casa. En esta situación ni las fuerzas divinas, los apus o la
buena suerte salvara a la mayoría de peruanos de la crisis. Mientras tanto, sigan
con el somnífero Brasil 2019, Lima 2019 y el espejismo del Bicentenario.