Oscar Muñiz Corro
Detengamos esta barbaridad:
Desde 1997 al presente, 200 millones de niñas y mujeres
sufren por mutilación genital.
Estas mutilaciones se dieron en 28 países de los cuales la
mayoría son países del continente africano.
Esta práctica también se realiza en Europa y América. Según
la Fundación Desert Flower, suman un total de 1’200,000 niñas mutiladas que se
distribuyen 58 % y 42 % respectivamente. Esta práctica se realiza a niñas entre
4 y 15 años.
En Somalia el 98 %de mujeres han sido mutiladas, siguiéndole
en importancia Guinea con 96 % y Egipto con 91 %.
Según información fidedigna la práctica de mutilación se agrupa en tres niveles: 1)
ablación del clítoris, 2) ablación del clítoris, de los labios pequeños y los
grandes, y 3) ablación del clítoris, de los labios grandes y pequeños y sutura
de la vagina.
Instrumentos más usados para realizar estas prácticas:
cuchilla de afeitar, tijeras, cuchillo y vidrio. La intervención es realizada
por matronas, con o sin anestesia.
Testimonio de Waris Derie, autora del libro Desert Flower,
modelo y embajadora especial de las Naciones Unidas: “Lo siguiente que percibí
fue como me corto la carne, los genitales. Sentí el filo atravesar mi piel, de
arriba abajo, aserrándola. Es como si alguien te rebanara el muslo o te cortara
el brazo, solo que lo hacen en la parte más
sensible de tu cuerpo. Sin embargo, no me moví ni un centímetro. Quería que
mama se sintiera orgullosa de mí. Permanecí sentada, como hecha de piedra,
diciéndome que cuando más me moviera, más duraría la tortura. Por desgracia,
mis piernas empezaron a estremecerse, a temblar sin control, y rece, Dios por
favor, que acabe pronto. Y así fue, porque me desmaye, cuando volví en mí, creí
que habíamos terminado, pero apenas había comenzado lo peor. Me habían quitado
la venda y a su lado la asesina había apilado un montón de espinas de acacia; las uso para perforarme la piel y
luego paso un fuerte hilo blanco por los agujeros y me cosió. Creí que el tormento
había acabado, hasta que tuve que orinar, y entonces entendí el consejo de mi
madre, de que no bebiera demasiada agua o leche. La primera gota me escoció
como si un ácido me estuviera corroyendo la piel”.
Frente a este hecho real, la ONU manifiesta que no existe
ninguna razón para mutilar a una niña o a
una mujer. Sin embargo los motivos que se esgrimen para la mutilación femenina
se sustentan en los argumentos de higiene y de creencias religiosa o social.
Los argumentos en favor de la mutilación femenina tienen su expresión
más vivida en lo que afirma Tariq Ramadan, un islamólogo que afirma que “La
mutilación genital femenina es parte de nuestra cultura”. Menos mal que el ex
secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, en el año 2014
sentencio “No hay ninguna razón religiosa, de desarrollo o de salud para
mutilar a una niña o a una mujer. Aunque algunos argumenten que esta práctica
es una “tradición”, debemos recordar que la esclavitud, los llamados crímenes
de honor y otras prácticas inhumanas se
han defendido con el mismo argumento débil”.
Se reconoce que para tener éxito en la abolición de esta práctica,
los comprometidos en su superación han trabajado con estas creencias
culturales, no en contra de ellas. Por esta razón la ONU afirma “La violencia
contra la mujer es a la vez un medio de perpetuación de la subordinación de las
mujeres y una consecuencia de su subordinación”.
Actualmente se practica la cirugía reconstructiva haciendo
que las pacientes puedan recuperar hasta un 80 % de su sensibilidad. En Francia
este tipo de operaciones se encuentran financiadas por la seguridad social.
La cantante Inna Modja, dijo “A los 18 años, un ginecólogo
me dijo que había sido víctima de mutilación genital, fue como una ducha fría.
Durante años lleve esa herida conmigo en silencio hasta que, a los 22 años descubrí
que una se podía reparar. Me hice la
operación y desde entonces hablo de ello para que las jóvenes sepan que existe y que tiene el derecho de
hacerse la cirugía”.
Detengamos de una vez esta barbarie.