Oscar Muñiz Corro
Varios siglos han pasado desde que la economía, como ciencia
social, estructuro su base de conocimientos. Cuán lejos estamos para que su
aplicación despeje el camino sembrado de adversidades.
Si bien es cierto que tan solo un puñado de familias cuentan
con la salud asegurada, la mayoría de la población mundial esta desamparada.
Hasta la fecha no se norma y mucho menos se da amparo a los grupos de personas
que por una u otra razón se encuentran excluidas de la seguridad de su salud, amén
de otros derechos como son el derecho a la educación y alimentación.
Esta demás enfatizar en la urgencia social de poseer un
seguro de salud, el tener acceso a una curación segura y sin mendigar. Muchas
veces se escucha mencionar sobre la “prevención”, sin embargo esta prevención
requiere contar con una adecuada alimentación, desde que el ser humano se
encuentra en gestación. Al parecer nuestra especie es tan fuerte o está
condicionada para soportar y resistir las carencias de una adecuada
alimentación.
Un seguro médico equivale a un seguro de desempleo, pero
¿cuantos lo tienen? Ni siquiera en países económicamente desarrollados, como el
poderoso EUA, se salva. La controversia se deja en manos de los políticos, cuando
se sabe que estos cumplen órdenes de sus adláteres del gran capital.
Es hora que aborde el tema del cáncer y el empleo. Esta
enfermedad no sabe de tintes políticos o condición socioeconómica, ataca,
genera desempleo y mata. Lo más trágico, como toda enfermedad, ataca por dos
flancos, por la carencia de una adecuada alimentación y por falta de ingresos
para hacer frente a la situación.
En estas circunstancias algunos ciudadanos dan la batalla
por su solución y proteger a las personas en condiciones de trabajo precario o
indigencia. Pero no solo presentan la lucha, sino que argumentan su solución
con viables propuestas, tanto de investigación médica como en los asuntos de
contabilidad financiera estatal.
En países de poco desarrollo económico, como Perú, con alta
incidencia de cáncer, donde no se conoce el número de personas en situación de
riesgo, con fondos financieros más que suficientes, debería replicarse el
ejemplo propuesto por un grupo de personas que plantean la protección de los
enfermos de cáncer desempleados.
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