Oscar
Muñiz
Tumulto |
En
todas partes del mundo, especialmente en las ciudades, existen zonas habitadas
por gente pobre. No nos referimos al proceso que genera la pobreza como un
hecho social o a su génesis. Decimos sobre la pobreza como un hecho social, que
vive y convive en miles de hábitats junto con otras expresiones sociales.
En
Lima la pobreza que actualmente vemos se comenzó a construir como tal desde
aproximadamente 1950, fue producto de las migraciones andinas, agudizándose el
proceso migración-pobreza en el periodo 1970-2000. La pobreza andina y el terrorismo
fueron los elementos clave de un proceso migratorio hacia las principales
ciudades del Perú, tales como Arequipa, Trujillo, Piura, San Martin. La migración
por efecto político (terrorismo, gobiernos) superó ampliamente la migración por
efecto económico. Este hecho no tiene precedentes en el Perú.
Lima,
ciudad con más de cuatrocientos años de fundada, fue y es la ciudad que recepcionó
el flujo migratorio más grande en toda su historia. Hoy cuenta con diez
millones de habitantes; con todos los problemas inimaginables de una metrópoli amorfa,
sin patrón urbanístico alguno, donde el impresionismo o el cubismo fueron
superados con creces.
En
medio de este zafarrancho metropolitano, unas autoridades ediles, que no cejan
de otorgar al más crédulo la posibilidad de dudar, sobre su eficiente manejo
municipal, abonando en contra de su pregón más pobreza, tolerándola y fingiendo
eficiencia. Existe solo una pregunta que hacemos, ¿Porque tanta desesperación por
ser alcaldes, cuando saben que los recursos económicos y financieros con que
cuentan son insuficientes, cuando saben que administraran pobreza incalculable
en base a mentiras y buen engaño?
En
1950 era entendible la creación de las barriadas (pueblos marginales a la urbe)
como puntos geográficos de congregación de los migrantes andinos que fueron
miles. Hoy que son varias las generaciones de migrantes, ¿cómo explicar tanta
ansiedad por ser alcaldes?
No
aceptamos la explicación-justificación en base al patriotismo, evitamos decir justificación
patriotera. No entendemos la ambición de ser alcalde por filantropía. Como dice
el refrán “A otro perro con ese hueso”.
No
dejamos de mencionar que, dada nuestra experiencia, de haber sobrevivido a muchos
alcaldes (en el distrito de Santiago de Surco y Lima Metropolitana) afirmamos
que es una manera muy lucrativa de encontrar trabajo y un buen negocio, porque ¿Quién,
con 40 años o más, encuentra empleo? Solo mintiendo y sin hacer nada, mejor
dicho sin resolver ningún problema, ganan el dinero que quieren. Los platos
rotos lo pagan los incautos.
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