Oscar Muñiz
¿Una cosa es la ética y otra la política?
Cualquier ciudadano que pretenda llegar al poder político,
aquel que emana de elecciones democráticas, tiene que estar en sincronización con
la legalidad democrática de los actos públicos y con lo que dispone la ley. Si
no es así algo anda mal. En estos tiempos es imperativo decantar mucho más de
lo que imaginamos porque las triquiñuelas dejaron de ser un juego de niños.
Otrora, los aspirantes a un puesto público debían de cumplir
con ciertos requisitos. Lógicamente, para esto existían dependencias del Estado
que confirmaban o no, lo que el declarante afirmaba como verdadero. Si por
alguna razón faltaba a la verdad, el código penal se le aplicaba y se le impedía
postular al cargo que pretendía, simplemente se le rechazaba.
Con el devenir de los años este escrutinio fue relajándose,
sus matices empezaron a aparecer claramente en función de la jerarquía del
postulante. Al respecto no existió, ni existe argumento legal para no excluir a
un infractor. Sin embargo cada época muestra la proclividad de hacer mas laxo el
control, de acuerdo a las circunstancias.
Las sutilezas del poder dejaron de existir desde 1990, hoy
el poder se ejerce, ¡si o si!
Quien hable de corrupción tiene que hablar necesariamente
del corrupto y el corruptor, pues no existe razón para discriminar entre una
falta delincuencial producida por un delincuente sea de la estofa que sea, de
la falta producida por un político o funcionario público, sea su rango que sea,
ni el nivel que ocupe.
En el caso peruano las practicas no solo contra la fe pública
quedan impunes, también las evidencias más que suficientes de lavado de activos
siguen el mismo curso. Actualmente no hay ex presidente de la Nación en vida que
no esté acusado por estas faltas y otros delitos, sin embargo su irrita
credibilidad los coloca solo en la zona de la duda. Por otro lado, se sabe que muchas cosas huelen
mal, pero lo que uno no podía imaginar era que hasta las primeras damas tienen
un lugar en este vergonzante mundo. En las últimas décadas jamás se señalo a la
mujer de algún presidente o ex presidente de corrupta. Si fuese así el caso, no
hay más que opinar, la ley debe acometer sin cortapisas ni miramientos. Pero ¿será
posible semejante empresa? En la actualidad tal como funciona el Perú creemos
que no es posible.
¿Qué se dice de todo esto? Se dice de todo pero a la vez no
se dice nada. La acotación es necesaria pero no suficiente. La velocidad con
que se producen los hechos contra la ley concentra mucha energía cinética,
hasta que se desvanece.
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