Por Oscar Muñiz
BERTRAND RUSSELL , en su Libro El Conocimiento humano, dice
de Plotino “El cosmos, tal como aparece en Plotino,
por ejemplo, era una pequeña morada confortable y humana, en comparación con lo
que llego a ser desde entonces. La deidad suprema regulaba el ser humano, pero
más noble y sabia en todo aspecto”.
B. Russell, redondea la idea afirmando sobre el progreso económico
lo siguiente: “El cosmos cristiano
medieval, aunque menos austero que el de los maniqueos, careció de los
elementos de fantasía poética que el paganismo había conservado hasta el fin.
Pero el cambio no fue muy grande, pues los ángeles y arcángeles ocuparon,
aproximadamente, el lugar de las divinidades celestes de los politeístas… “.
Es así que se refiere según sus palabras
al cuadro del Universo, en el cual plantea la lucha de los iniciadores de la astronomía
moderna originada por Copérnico y Galileo, afirmando que, “En el tiempo de los griegos, la astronomía era una diversión de los
ricos ociosos, una muy digna diversión, por cierto, pero que no formaba parte
de la vida de la comunidad. En el siglo XVI, la ciencia había inventado la pólvora
y la brújula, el descubrimiento de América había revelado la insuficiencia del
conocimiento que tenían los antiguos de la Tierra, la ortodoxia católica había comenzado
a aparecer como obstáculo al progreso
material, y la furia de los teólogos oscurantistas hizo aparecer a los hombre
de ciencia como los campeones de una nueva sabiduría. En el siglo XVII, con el
telescopio, la ciencia de la dinámica y la ley de la gravitación, se completo
el triunfo de la visión científica, no solo como clave del conocimiento puro,
sino también como un medio poderoso para promover el progreso económico”.
Se preguntara Usted lector ¿Qué significa todo esto? Lea
nuevamente las tres últimas líneas, notara que B. Russell llega a la dicotomía
del avance científico con el económico, lamentablemente el avance económico,
por llamarlo de alguna manera, ¿es objetivo?, ¿se puede medir? Actualmente
estamos en el siglo XXI y si bien el progreso tecnológico-científico esta a la
vista con el telescopio Hubbel o
los viajes espaciales a Marte, la Luna y otros planetas, no podemos decir lo
mismo sobre el progreso económico. La esperanza mayor fue la esperanza perdida
entre 1918- 1989, hoy todos conocemos el fracaso total de esa experiencia que duro
solamente 95 años, que paso por dos guerras mundiales, el proyecto Manhattan,
muchas guerras como la de Vietnam o las revoluciones mexicana, rusa y cubana. El
progreso económico no funciona desde finales de 1940, pues la humanidad no
genera una sola receta acertada contra el desempleo, la pobreza, o simplemente a
favor de la felicidad.
Jose Mujica |
No objeto al actual presidente de Uruguay, José Mujica , pero si debo corregir algún pequeño
detalle en cuanto a su buena voluntad y amplio corazón. Señor Mujica , lo que Usted plantea es cosa del
pasado, esa posibilidad con la que sueña y muchos de nosotros soñamos en alguna
oportunidad ya no existe, dejo de ser una posibilidad como para tener una
esperanza. Hoy, otros son los vientos que soplan sobre el mástil de la nave
Tierra, las exigencias son otras como también son otras las alternativas de solución
en pos del progreso económico. Lamentable es que se encarguen los fariseos de este
asunto trascendental para la humanidad; lamentable es resucitar a los diablos a
los que hace referencia B. Russell, y no retomar la idea de belleza de los
cielos hecha por Plotino, cuando “Rechaza
con indignación la sombría opinión de los gnósticos (y más tarde de los
maniqueos) de que el mundo visible fue creado por un Demiurgo malvado y debe
ser despreciado por todo aspirante a la verdadera virtud”. Si Señor Mujica,
la humanidad se estanco en el siglo XIII o XVI. No hay remedio. La economía está en niveles deplorables de
modernidad, las ideas se agotaron porque
creció el miedo y la conveniencia por un mundo al cual Usted combate, insisto,
este es un caso perdido. También es un caso perdido el que se uniformice la economía,
con eso de la globalización, los ajustes, recortes del gasto y, todo el mundo
para fuera, menos los del cogollo.
Por lo dicho le sugiero Señor Presidente José Mujica, que se
pregunte lo que Bertrand Russell se pregunto ¿Cómo llegamos a nuestro
conocimiento del mundo? Hago hincapié en lo que decía Keynes, respecto a la vinculación
de la inducción con la probabilidad, “Que
las inducciones no hacen probables a sus conclusiones a menos que se cumplan
ciertas condiciones y que la experiencia solamente puede probar que se cumplan
estas condiciones”
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