Por: Oscar Muñiz
Estas son algunas objeciones al modelo clásico que fueron
planteadas por J.M. Keynes. La primera referida a las preferencias de liquidez
o demanda especulativa de dinero, suponiendo flexibilidad de salarios. Al respecto
hace una precisión sobre la trampa de la liquidez, la cual podría errar la imposibilidad
del pleno empleo aun teniendo flexibilidad de salarios y precios. La segunda
objeción se refiere a la inconsistencia, entre el ahorro y la inversión; algo más
serio respecto a esta segunda objeción: si se mantiene esta situación por
encima de otras, los correctivos clásicos fallan, inclusive si los salarios
fuesen perfectamente flexibles, por lo tanto el pleno empleo resultara
imposible. Esta es la política que se quiere implantar en España-Portugal-Grecia-Italia,
algo así como pretender cambiar a la fuerza, por que se ostenta el poder, el
modo de producir y de vivir; este es el origen del descontento.
También se tiene que tener presente algunas dificultades
sobre la flexibilidad de salarios y precios, los cuales destruyen el pleno
empleo, dicho en otros términos, estos obstáculos al pleno empleo aniquilan la
noción de una economía que impida el desarrollo del desempleo, por lo tanto hay
que considerar o crear nuevas herramientas teóricas para esta situación, debido
a que la economía clásica no contempla el empleo no pleno.
El tipo de interés debe mantener aun la igualdad entre el
ahorro y la inversión o nivel constante de la demanda agregada. Los tratadistas
clásicos y Keynes consideraban que podrían ocurrir cambios espontáneos o
autónomos en la demanda monetaria del público y producir la deflación de los
precios si había de excitarse el desempleo; pero otros pensaban que frente a la
inseguridad del futuro lo lógico era que apareciera el atesoramiento con lo
cual se empeoraba la situación que de por sí ya mala; pero Keynes sostenía que
existía una tendencia al atesoramiento y desatesoramiento sistemáticamente
desestabilizador.
Según la visión clásica el funcionamiento del mercado de
capital, la fluctuación del tipo de interés debiera ser automático, que
permitan absorber los cambios en el ahorro o en la inversión.
Pero, Wicksell, advierte que el sistema bancario podría
convertirse en un absorbente neto de fondos, vendiendo bonos cuando los precios
de estos comenzaran a subir, para impedir una sobre alza de los mismos. Sin
embargo Keynes teniendo una visión más amplia sobre lo propuesto, menciona que
los poseedores ordinarios de riqueza podrían también asumir el mismo rol que
los bancos a los que Wicksell hacía referencia, lo que significa mantener
constante la cantidad de dinero en circulación, lo cual no sería suficiente
para conjurar una perturbación del ahorro y la inversión.
Lo que señaló Keynes era algo muy simple, puesto que un
aumento moderado o una disminución en las perspectivas de inversión en verdad
tenderían naturalmente a reducir los tipos de interés, o lo que es más
apropiado decir, tendería a elevar los precios de los bonos. En este caso
cuando el tenedor del bono note la subida del precio del bono, este estará contento
porque su activo vale más. Al respecto
el tenedor del bono supone dos cosas, primero, que los precios de los bonos en
el pasado han tenido sus altibajos, sin haber aparecido una tendencia
permanente en su nivel; segundo, que en la presente situación el tenedor del
bono no ve nada que le indique que el nivel del bono será permanentemente más
alto; por lo tanto, puede interpretar el alza presente como algo pasajero pero
con probabilidades de tener algún cambio más adelante. Es así que podría vender
el bono al precio actual, porque es más alto que el normal y espera antes de
comprar otro hasta que disminuya el precio. Por lo tanto la venta a un
ahorrador corriente representa un ahorro pero este no corresponde a ninguna
inversión.
Los clásicos supusieron que el haber renunciado a un
rendimiento era irracional, lo cual nunca ocurría; esto lo asumían porque para
ellos tener efectivo (dinero) en lugar de bonos era igual a renunciar a un
rendimiento que en este caso tenia la forma de interés. Keynes señalaba que un
alza en el tipo de interés por el cuadrado de sí misma barrería la ganancia
prevista por la tenencia de un bono. Ackley propone un ejemplo: si un bono que
rinde $ 5 anual y que se vende a $ 100 hubiese bajado en un año a $ 95, la
pérdida de $ 5 borraría los $ 5 de interés. Si bajase aun más la ventaja seria
tener efectivo improductivo, a lo cual Keynes llamó “demanda especulativa” de
dinero.
Este término acuñado por Keynes es de suma importancia no
solo para los economistas, puesto que la especulación ocurre siempre en mercado
donde las existencias son mayores respecto de la oferta y la demanda.
Esto es lo que hay que traducir para el caso actual de la
crisis económica mundial, para los países como Grecia, España, Italia, Portugal,
por citar alguno de ellos. El asunto es ¿Cómo equiparar o nivelar estas
economías a la economía estadounidense, o por lo menos a la alemán o francesa?
El deslinde realizado por UK al no ingresar a la zona euro marca con fehaciente
ahínco la distinción de las demás economías del euro, porque se parece a la estadounidense.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario