Asesoria Economica Financiera y Medio Ambiente

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14 de febrero de 2012

Dos escritos sobre la economía peruana






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Dos escritos que reflejan una visión ceñida a la situación positiva por la que atraviesa el Perú. El primero con el titulo Latinoamérica: Perú, Vedette en España y en Davos , de Carlos Álvaro, refleja en la medida justa la situación por la que atraviesa la economía peruana. El segundo es Perú: Síntesis de cuestiones seleccionadas del Fondo Monetario Internacional, sobre información  a noviembre del 2011.
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30 de septiembre de 2011

Radiografía a los EEUU

Reproducimos un artículo de Noam Chomsky, que ilustra con claridad la dirección que tiene la política estadounidense en los negocios, la política y su financiamiento, dejando claramente establecido que el ciudadano común no tiene ninguna oportunidad de mejorar bajo estos parámetros y que la economía real dejó la vía libre a la especulación y a la economía bursátil.

Agradecemos sinceramente a nuestro lector que nos proporcionó su valiosa colaboración.






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ESTADOS UNIDOS EN DECADENCIA
Noam Chomsky




“Es un tema común” que Estados Unidos, “que apenas hace unos años era visto como un coloso que recorrería el mundo con un poder sin paralelo y un atractivo sin igual (...) está en decadencia, enfrentado fatalmente a la perspectiva de su deterioro definitivo”, señala Giacomo Chiozza en el número actual de Political Science Quarterly.
La creencia en este tema, efectivamente, está muy difundida. Y con cierta razón, si bien habría que hacer cierto número de precisiones. Para empezar, la decadencia ha sido constante desde el punto culminante del poderío de Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra Mundial, y el notable triunfalismo de los años 90, después de la guerra del Golfo, fue básicamente un autoengaño.
Otro tema común, al menos entre quienes no se ciegan deliberadamente, es que la decadencia de Estados Unidos, en gran medida, es autoinfligida. La ópera bufa que vimos este verano en Washington, que disgustó al país y dejó perplejo al mundo, podría no tener parangón en los anales de la democracia parlamentaria.
El espectáculo incluso está llegando a asustar a los patrocinadores de esta parodia. Ahora, al poder corporativo le preocupa que los extremistas que ayudó a poner en el Congreso de hecho derriben el edificio del que dependen su propia riqueza y sus privilegios, el poderoso estado-niñera que atiende a sus intereses.
La supremacía del poder corporativo sobre la política y la sociedad –por lo pronto básicamente financiera– ha llegado al grado de que las dos formaciones políticas, que en esta etapa apenas se parecen a los partidos tradicionales, están mucho más a la derecha de la población en los principales temas a debate.
Para el pueblo, la principal preocupación interna es el desempleo. En las circunstancias actuales, esta crisis puede ser remontada sólo mediante un significativo estímulo del gobierno, mucho más allá del más reciente, que apenas hizo coincidir el deterioro en el gasto estatal y local, aunque esa iniciativa tan limitada probablemente haya salvado millones de empleos.
Pero para las instituciones financieras, la principal preocupación es el déficit. Por lo tanto, sólo está a discusión el déficit. Una gran mayoría de la población está en favor de abordar el déficit gravando a los muy ricos (72 por ciento, con 27 por ciento en contra), según precisa una encuesta de The Washington Post y ABC News. Recortar los programas de atención médica cuenta con la oposición de una abrumadora mayoría (69 por ciento Medicaid, 78 por ciento Medicare). El resultado probable, por lo tanto, es lo opuesto.
El Programa sobre Actitudes de Política Internacional (PIPA) investigó cómo eliminaría el déficit la gente. Steven Kull, director de PIPA, afirma: Es evidente que tanto el gobierno como la Cámara (de Representantes) dirigida por los republicanos están fuera de sincronía con los valores y prioridades de la gente en lo que respecta al presupuesto.
La encuesta ilustra la profunda división: La mayor diferencia en gasto es que el pueblo favorece recortes profundos en el gasto de defensa, mientras el gobierno y la Cámara de Representantes proponen aumentos modestos. El pueblo también favorece aumentar el gasto en la capacitación para el trabajo, la educación y el combate a la contaminación en mayor medida que el gobierno o la Cámara.
El acuerdo final –o más precisamente, la capitulación ante la extrema derecha– es lo opuesto en todos los sentidos, y casi con toda certeza provocará un crecimiento más lento y daños a largo plazo a todos, menos a los ricos y a las corporaciones, que gozan de beneficios sin precedentes.
Ni siquiera se discutió que el déficit podría eliminarse si, como ha demostrado el economista Dean Baker, se remplazara el disfuncional sistema de atención médica privada de Estados Unidos por uno semejante al de otras sociedades industrializadas, que tienen la mitad del costo per cápita y obtienen resultados médicos equivalentes o mejores.
Las instituciones financieras y las grandes compañías farmacéuticas son demasiado poderosas para que siquiera se analicen esas opciones, aunque la idea difícilmente parece utópica. Fuera de la agenda por razones similares también se encuentran otras opciones económicamente sensatas, como la del impuesto a las transacciones financieras pequeñas.
Entre tanto, Wall Street recibe regularmente generosos regalos. El comité de asignaciones de la Cámara de Representantes recortó el presupuesto a la Comisión de Títulos y Bolsa, la principal barrera contra el fraude financiero. Y es poco probable que sobreviva intacta la Agencia de Protección al Consumidor.
El Congreso blande otras armas en su batalla contra las generaciones futuras. Enfrentada a la oposición republicana a la protección ambiental, la importante compañía de electricidad American Electric Power archivó el esfuerzo más destacado del país para captar el bióxido de carbono de una planta actualmente impulsada por carbón, lo que asestó un fuerte golpe a las campañas por reducir las emisiones causantes del calentamiento global, informó The New York Times.
Estos golpes autoinfligidos, aunque cada vez son más potentes, no son una innovación reciente. Datan de los años 70, cuando la política económica nacional sufrió importantes transformaciones, que pusieron fin a lo que suele llamarse la época de oro del capitalismo de Estado.
Dos importantes elementos de esto fueron la financiación (el desplazamiento de las preferencias de inversión, de la producción industrial a las finanzas, los seguros y los bienes raíces) y la externalización de la producción. El triunfo ideológico de las doctrinas de libre mercado, muy selectivo como siempre, le asestó aún más golpes, conforme se traducía en desregulación, reglas de administración corporativa que condicionaban las enormes recompensas a los directores generales con los beneficios de corto plazo y otras decisiones políticas similares.
La concentración resultante de riqueza produjo mayor poder político, acelerando un círculo vicioso que ha aportado una riqueza extraordinaria al uno por ciento de la población, básicamente directores generales de grandes corporaciones, gerentes de fondos de garantía y similares, mientras la gran mayoría de los ingresos reales prácticamente se estancaron.
Al mismo tiempo, el costo de las elecciones se disparó a las nubes, haciendo que los dos partidos tuvieran que escarbar más hondo en los bolsillos de las corporaciones. Lo que quedaba de democracia política fue socavado aún más cuando ambos partidos recurrieron a la subasta de puestos directivos en el Congreso, como delineó el economista Thomas Ferguson en The Financial Times.
Los principales partidos políticos adoptaron una práctica de los grandes detallistas, como Walmart, Best Buy y Target, escribe Ferguson. Caso único en las legislaturas del mundo desarrollado, los partidos estadunidenses en el Congreso ponen precio a puestos claves en el proceso legislativo. Los legisladores que aportan más fondos al partido son los que obtienen esos puestos.
El resultado, de acuerdo con Ferguson, es que los debates se basan fuertemente en la repetición interminable de un puñado de consignas, que han sido probadas por su atractivo para los bloques de inversionistas y grupos de interés nacionales, de los que depende la dirigencia para obtener recursos. Y que se condene el país.
Antes del crac de 2007, del que fueron responsables en gran medida, las instituciones financieras posteriores a la época de oro habían obtenido un sorprendente poder económico, multiplicando por más de tres su participación en las ganancias corporativas. Después del crac, numerosos economistas empezaron a investigar su función en términos puramente económicos. Robert Solow, premio Nobel de Economía, concluyó que su efecto podría ser negativo. Su éxito aporta muy poco o nada a la eficiencia de la economía real, mientras sus desastres transfieren la riqueza de los contribuyentes hacia los financieros.
Al triturar los restos de la democracia política, las instituciones financieras están echando las bases para hacer avanzar aún más este proceso letal... en tanto sus víctimas estén dispuestas a sufrirlo en silencio.
(El libro más reciente de Noam Chomsky es 9-11: Tenth Anniversary. Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge, Massachusetts)
Distributed by The New York Times Syndicate

1 de abril de 2011

PREVENIR ANTES QUE LAMENTAR


En un artículo aparecido en la Revista Mercurio Peruano, Nº 302 ABR – JUN 1991, ARTURO SALAZAR LARRAIN, escribe, MENTIRA (Ensayo sobre la población), el cual transcribimos.

Nuestro interés es advertir al lector que el tema sobre población en el Perú tuvo entre los años 1990 – 2000, la clausura definitiva de la institución encargada del estudio y análisis de la población en el Perú, además de los cientos de casos comprobados de esterilización forzada, ordenada por el entonces presidente Fujimori.

Nada impide suponer que acciones de este tipo y naturaleza sean reeditados en un futuro, si fuese el caso, por la hija-candidata de Fujimori, si ganase la presidencia para gobernar el Perú en el periodo 2011-2016.

“La defensa de la vida es regazo de una concepción medieval y primitiva del problema de la población”, Alberto Fujimori Fujimori.

A. Salazar L.


MENTIRA
(Ensayo sobre la Población)

Arturo Salazar Larraín

La población es el punto en que se cruzan todos los caminos de la humanidad: el de la historia, el de la política, el de la economía, el de las guerras, el del trabajo, el de la cultura…

La acepción mas pertinente del lenguaje se refiere al termino población a la acción de poblar y ésta a “la acción de ocupar con gente un sitio para que se habite o trabaje en él” (1).

Poblar es, pues, extender y fijar en un espacio determinado una pluralidad de personas que, entre sí, tienen la característica común de su condición humana y de su propósito de vivir. Poblar es, por tanto, extender la vida y hacerla posible; es humanizar el derredor.

No obstante, poblar se ha convertido casi en sinónimo de actividad delictiva. Términos como “sobrepoblación”, “explosión demográfica” o “bomba de la población” traducen el pánico que, finalmente, se ha logrado transmitir ante la posibilidad de que la vida, así multiplicada haga aquello sin lo cual dejaría de ser vida: prolongarse.

No obstante, se ha planteado que la multiplicación de la especie se ha convertido en una amenaza para la misma especie:
a) por sus efectos negativos sobre el mecanismo de la actividad económica que depende del uso y consumo de stock de recursos naturales y de capital disponible.
b) por sus efectos obre la organización social, que se tornaría critica debido a la polución humana de la aglomeración, la congestión y las demandas crecientes e insatisfechas.

Una Modernidad Muy Antigua

El punto de partida científico de esta alarma data del 7 de junio de 1798, fecha en la cual Thomas R. Malthus publicó su primer enfoque sobre la población en respuesta a “las especulaciones de Mr. Godwin, Mr. Condorcet y otros escritores” (2). Pero tanto el tema como su enfoque y sus principales consecuencias prácticas (tales como las políticas coercitivas y el control de la natalidad) vienen desde muy atrás.

Decía Eurípides que “la Guerra de Troya fue debida a una insolente abundancia de gente” (3). Asumiendo que esa “insolente sobrepoblación” (las especulaciones sobre la población total del mundo antes de Cristo la sitúan entre 2 y 20 millones) hubiese seguido el ritmo de progresión maltusiano, no se comprende cómo, siglos después de la Guerra de Troya, Polibio sostuviera en su Historia que Grecia: “sufre de una suspensión de la procreación y de una escasez de hombres tal, que las ciudades se han despoblado, y que hay esterilidad sin que hayamos sido atacados ni por guerras continuas ni por consecuencias desastrosas” (4).

La represión de la natalidad hinca sus raíces en lo más profundo de la historia. No hay necesidad de recordar el sacrificio de los niños pequeños o malformados en la roca Tarpeya de la Esparta confrontada con Atenas ni otros episodios igualmente crueles de la historia antigua, para concluir que el control de la natalidad, aunque con formas diferentes, es cosa del pasado más remoto.

Pero el Presidente Fujimori, en estos finales del siglo XX, afirma que la defensa de la vida, que asumimos los cristianos –y no las políticas antinatalistas, la coerción estatal a las parejas y el control de la natalidad-, es rezago de una concepción medieval y primitiva del problema de la población. Esas políticas represivas, que las autoridades peruanas, algunos periodistas y científicos sociales reclaman como modernas; son una vieja tentación del despotismo ilustrado más antiguo que se conoce.

Las prescripciones que en materia de población daba Aristóteles 308 antes de Cristo, por ejemplo, son las mismas de hoy. Vale la pena recordarlas.

Por lo pronto, para Aristóteles, el gobernante debe asumir como parte natural de su poder el derecho de disponer no solo de la vida concreta y presente de los demás sino, incluso, la de aquellos que no han nacido o están por nacer.

“a semejanza de los demás artesanos, como el tejedor y el constructor de naves, que tienen que disponer de la materia necesaria para su trabajo (y cuanto mejor preparado esté más bello  resultará el producto de su arte), así también el político y el legislador tienen que disponer de la materia que les es propia y ésta tiene que hallarse en las debidas condiciones”, Política, 136a (5).

Como para que no quepan dudas, a renglón seguido Aristóteles se refiere a la población como “el primer recurso de una ciudad”. ¿Nos debe extrañar que, desde entonces, los gobernantes consideren como “materia que les es propia” la libertad de procrear de sus ciudadanos? Este despotismo ilustrado, de lesa intimidad, subsiste en nuestros días bajo la forma de las diferentes políticas de población, incluso internacionales.

Establecida así la jurisdicción del político, Aristóteles sienta los principios de contabilidad demográfica que deben asumir los gobernantes, tal y como aun se practica hoy.

“…Podría suponerse que más necesario que fijar la cantidad de bienes es fijar el numero de hijos, de suerte que no se engendren mas de cierta cantidad, y establecer ésta teniendo en cuenta las probabilidades de que mueran algunos de los que nacen y la infecundidad de los otros. El descuidar esta cuestión, como ocurre en la mayoría de las ciudades, acaba por ser necesariamente causa de la pobreza para los ciudadanos, y la pobreza engendra sediciones y crímenes”, Política, 1265b.

Estos son los parámetros de todos los enfoques de la población, desde Malthus hasta Paul Ehrlich.

Comparece, si no, el texto aristotélico con el siguiente de R.T. Ravenholt, no hace mucho el numero 1 de la US Office of Population: “si la explosión de la población prosigue sin control se originarían tan terribles condiciones económicas que de ella se seguirían inmediatamente revoluciones. Y las revoluciones son muy difícilmente, o en absoluto, nada beneficiosas para los interesas de los Estados Unidos” (6).

Platón fue aun mas radical. Sus prescripciones sobre el control de la natalidad en La Republica o Las Leyes pueden ser suscritas por cualquiera de nuestros políticos y gobernantes: como se sabe, La Republica es la madre de todos los estatismos. Allí prescribe:

“Los magistrados deberán reglamentar el numero de matrimonios para mantener el mismo numero de hombres, reparando los huecos producidos por las guerras, las enfermedades y otros accidentes y para que el Estado, en la medida de lo posible, no aumente ni disminuya”, La Republica, 1,II.

No extraña que más adelante, como lo destaca Gonnard, Platón proponga “declarar sacrílegos a los ciudadanos que se permitan ser padres fuera de los límites de edad y de las condiciones previstas por la ley”. Ni tampoco que La Republica siente los primeros presupuestos de la selección genética de los mejores que, en el fondo, se encuentra en las políticas de población que ensayan los gobiernos de acuerdo a sus conveniencias políticas: “…es necesario que los mejores hombres se unan sexualmente a las mejores mujeres la mayor parte de las veces; y lo contrario, los mas malos con las más malas; y hay que criar a los hijos de los primeros, no a los de los segundos, si el rebaño ha de ser sobresaliente” (7).

Es evidente que Mao siguió las prescripciones aristotélicas y que Hitler lo hizo con las platónicas. En ambos casos nadie osa referirse al fracaso estruendoso de tales políticas de población, asumiendo, sin embargo, la tesis general de cada una de ellas: la represión política de la natalidad y la selección genética de los “mejores”.

La vieja represión de la natalidad ha resistido el paso de los tiempos. Se habla ahora, sin embargo, de la “modernidad” de estas ideas. A su probada antigüedad ha unido siempre la crueldad y el crimen, desde la roca de Tarpeya hasta el aborto legalizado de nuestros días. A lo largo de los años y de los siglos esa concepción represiva de la natalidad se ha mantenido. Algunos de sus extremos, entresacados de la abundante relación que da Gonnard en su “Historia de las Doctrinas de la Población”, son las siguientes (8):

Un consejero del Rey de Sajonia en su libro “Del exceso de Población en la Europa Central” propuso “la castración anual de cierto numero de niños de las clases populares y la infibulación (especie de cinturón de castidad) de los varones a partir de los 14 años” (Weinhold, 1827). Sismondi en su Noveaux Principles (1819) sostenía que a los grandes propietarios y empresarios les asistía “el derecho de impedir el matrimonio de sus asalariados”.

“Un tal Marcus”, según Gonnard, propuso para la solución del problema de la población nada menos que “la asfixia sin dolor (painless extinction) de una parte de los recién nacidos”. No precisaba la proporción pero debe suponerse que tal proporción era el resultado matemático del cálculo de “exceso” y de la progresión que arbitrariamente habían hecho las autoridades. Chateubriand en su Genie du Christianisme calificaba, de acuerdo al espíritu de la época, como “plaga de los imperios” a la población.

Juan Bautista Say en su Cours  (1828) extendía una receta para el desarrollo económico y el progreso de la humanidad: “ahorrar dinero antes que engendrar hijos”. Y en nuestros días Paul Ehrlich, en su “bestseller” The Population Bomb sostenía imperativamente: “No podemos ya permitirnos tratar tan solo los síntomas del cáncer del crecimiento de la población; el mismo cáncer debe ser extirpado”.

Kingsley Davis, que también adquirió fama internacional por su radical antinatalismo, sostenía al viejo estilo platónico: “se puede decir que la superreproducción (esto s, engendrar mas de dos hijos) es el crimen peor que debe y tiene que ser declarado fuera de la ley” (1968, Elliot et al).

Como se puede apreciar, la actual concepción del problema de la población no difiere, en esencia, de las que estuvieron en boga en las épocas mas remotas y primitivas de la historia; lo único que ha ocurrido es su racionalización en el sentido sociológico del termino.

Se presenta la Edad Media como una gran etapa de oscurantismo. En el caso de la población y de la perspectiva desde la cual se analizó, esa edad muestra, sin embargo, una iluminación especial. Desde el Siglo XIII surge, como un haz de luz, Tomas de Aquino –que en tantos aspectos fue el que asimiló Aristóteles a la cultura cristiana y representó la razón iluminada por la fe (9), para enfrentar precisamente a Aristóteles, demógrafo del control y la represión de la natalidad.

“Es notable –dice Gonnard- que, desde este punto de vista, la influencia aristotélica, tan poderosa entonces en otros asuntos, haya sido nula. El moralismo cristiano no podía admitir este sacrificio de la virtud individual en aras del interés, real o supuesto, del Estado…Quae familia plus multiplicatur in prolem, dice Santo Tomás, amplius cedit ad firmamentum politae, colocándose en el punto de vista de la ciudad, esto es la contrapartida   de la tesis de Aristóteles (10).

Quien quiera revise con detenimiento os textos de Aristóteles y Platón sobre la población tiene que percibir el contexto de una época en que la autoridad del Estado lo era prácticamente todo. Tiene que convenir, también, en lo relativo que era hablar entonces de sobrepoblación, congestión y escasez de recursos naturales.

(1) Diccionario de la lengua Española. Vigésima Edición, Madrid 1984.
(2) El título completo de la primera edición de la es “An Essay on the principles of Population, as it effect the future improvement of Society with remarks on the speculation of Mr. Godwin, Mr. Condorcent and others writers” La versión castellana es de Alianza Editorial, Madrid 1968, y lleva por titulo “Primer ensayo sobre la Población”.
(3) G.I. Sulzberger, NYT 18.9.77 en Julián I., Simon 1980, 1986:192.
(4) Citado por Bouche-Leclerq, en Gonnard 1845: 101-2.
(5) Para esta y otras citas he consultado la traducción bilingüe de Julián Marías y Maria Araujo, Madrid 1983. Para La Republica y Las Leyes de Platon, Obras Completas, Aguilar, Madrid 1981 y/o las referencias de Gonnard, ob.cit.
(6) “Evening Press, Dublín, 12.5.1977 en JL Simon, 1986. “El crecimiento de la población, sin el control internacional fomenta desordenes políticos y civiles” sostendría un año después el AID en un documento de la US General Accounting Office.
(7) La Republica , 459d, Gredos, Madrid 1986; traducción que me parece mas directa que la de Aguilar.
(8) Citados por Gonnard, ob. Cit.
(9) Cfr. “Tomá de Aquino”, Pedro Santidrián, Madrid 1984.
(10) Gonnard 1945: 126-127



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16 de marzo de 2011

América Latina: Presente y Futuro


Invitamos a la lectura del artículo Sustentar la transformación de América Latina    del autor Nicolás Eyzaguirre, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, donde elogia la situación de esta región pero indica que América Latina tampoco puede dormirse en los laureles. Las condiciones internacionales se han conjugado para generar dos vientos
de cola muy poderosos: financiamiento externo fácil y barato, y
elevados precios de las materias primas que significan una bonanza
para la región. Estos vientos de cola son en muchos sentidos ventajosos, pero no durarán para siempre e incluso podrían abatirse
abruptamente. En el ínterin, pueden crear riesgos para el futuro”.


Acabando con la inestabilidad, es otro artículo recomendado. Sus autores Jorge Iván Canales-Kriljenco, Luís I. Jácome, Ali Alichi e Iván Luís de Oliveira Lima.



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