Oscar Muñiz
En la última década hemos sido testigos del asombroso
crecimiento económico de China; crecimiento que lidero a nivel mundial, dando
un salto para ubicarse entre las economías desarrolladas. Vimos también retar,
en su propia cancha, sin rubor alguno, al mismo EUA.
Después de Breton Woods, el Fondo Monetario Internacional
agrego a su canasta de Derechos Especiales de Giro al yuan (renminbi), hecho
insoslayable por su transcendencia y repercusión. En vista de este
acontecimiento no se puede mirar hacia
otro lado, mucho menos a la desaceleración de la economía china.
Geopolíticamente, China logro posicionarse en el Mar de
China, neutralizando al Japón y al mismísimo EUA, quien le sirve de guardaespaldas
de día y de noche. Al frente de la costa asiática, geográficamente hablando, la
parsimonia confusionista influyo con su presencia en la cooperación económica en
países del Pacifico Latinoamericano, más concretamente en Argentina. Asimismo,
no le fue ajeno compartir el liderazgo
con Rusia, en la creación de un banco, con
el propósito de contrarrestar el sobre peso del FMI.
Sin duda que el año 2014-15 fue un tiempo de creciente
expectativa, pues la consolidación china también la logró en el campo militar, dejando
claramente propuesta una nueva organización de sus fuerzas armadas. No dejo de
asombrar al mundo con su última propuesta de modernización de sus ejércitos,
cosa que no pasa desapercibido ni siquiera para el G7.
La implicancia de la modernización de varios campos
estratégicos chinos, no son cosas del azar. Proviene de una planificación
estratégica cuidadosamente elaborada al milímetro, donde las exigencias de todo
orden confluyen libremente en la necesidad de ver al mundo bajo una dimensión
adicional. Queda claro que el aviso programado desde hace más de una década no
deja dudas que China aspira a ocupar el lugar que dejase el protagonista más
desgastado de estos tiempos: EUA.
La solidez económica alcanzada en estos últimos años le
permite a China, no solo prolongar en el
tiempo su hegemonía, sino más bien competir con su diplomacia de
observar-callar-proseguir, que tantos réditos le han dejado. No cabe duda que
la nueva diplomacia china es como un hoyo negro en el espacio, pues toda
economía próxima a ella queda atrapada, no por la conquista armamentista, sino más
bien, por la conquista basada en su economía. En este contexto, la conquista
del espacio es también un hito en el proyecto chino. No nos dejemos engañar.
Todo el mundo asiente a un trato directo con los chinos.
Con lo dicho, nos parece entender que la situación de China es
la conjunción de las reglas socialistas con
su versión liberal. Hoy vemos los réditos después de 66 años de comunismo.
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