En el cambio de gobierno en el Perú, no faltaron los analistas, expertos en sondeos, saoires de la verdad, que enfocaron su atención en el nuevo presidente Ollanta Humala Taso, y por supuesto aquellos que descubrirán el futuro, tanto del nuevo gobernante como del pueblo peruano. No faltó, como se acostumbra, escuchar el mensaje presidencial, el besa manos, la juramentación de ministros de estado, la cena y el jolgorio de los partidarios y el llanto de los que perdieron las elecciones.
Respecto a las prioridades del nuevo gobierno será cuestión de esperar, aunque algunos como los legisladores salen anticipadamente haciendo declaraciones. No cabe duda que la oposición sabrá oponerse al estilo tradicional. El paso que se dio es crucial, por al no elegir a la presidenciable del fujimontesinismo, aunque no se puede desdeñar su presencia en el Congreso de la República.
Otro hecho importante es recordar que el tiempo todo lo cura, justamente es lo que no debiese perseguir el nuevo gobierno; lo que debe hacer es tratar que el pueblo peruano, especialmente los jóvenes, olvide el estilo y a los gurús de la pesadilla vivida entre 1990 y 2000, aunque con la presencia de los fujimostesinistas en el Congreso tal vez no se pueda evitar, pero tampoco deberá facilitar el ascenso en el 2016 de un gobierno aprista y mucho menos el de un gobierno fujimontesinista.
Si se pudiese dividir, cual pastel de chocolate, la política, la economía y el aspecto social el gobierno de Alan García Pérez fue un fracaso, aunque solo él pueda hacerse propaganda, pues los resultados electorales terminaron por sepultarlo. ¿Por qué solamente Alan García dejará ser responsable del fracaso de su gobierno? ¿Es que él forma parte de otro Apra?
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