Hasta finales de los años setenta prevaleció el uso de la regla de cálculo en el mundo universitario. Las habían de todo tipo, tamaño, precio y origen. Su uso era necesario para hacer cálculos precisos que garantizaban resultados confiables, claro está, en función de la destreza del usuario, lo cual era fundamental y decisivo.
A inicios de los años ochenta ya pululaban las calculadoras, también como en el caso de las reglas de cálculo, las habían de todo tipo, pero este instrumento superando todas las expectativas eran programables. Estas calculadoras eran fantásticas y se orientaban según la especialización del usuario, así habían las calculadoras científicas, las financieras y las entrañables y revolucionarias calculadoras básicas.
Los fabricantes hicieron al principio unas cajas electrónicas que más se parecían a un ladrillo, por su tamaño, que a otra cosa, pero con el paso del tiempo fueron estilizando y miniaturizando todo.
Cuando terminaba la primera mitad de la década de los ochenta hizo su aparición las PC, que al igual que la regla de cálculo y las calculadoras hicieron su ingreso en el mercado con tan solo lo básico, un SMDos más un mínimo de capacidad para poder usar una hoja de cálculo primitiva y tal vez un simple procesador de texto. Eran más las limitaciones que la versatilidad esperada, sin embargo era un gran salto en la masificación de su uso, pues ya no habían y ni tenían por qué sobrevivir los oscurantistas de la cibernética con sus tarjetas perforadas, sus programas Fortran y otros programas que eran el santo grial para un grupúsculo de mentecatos y pedantes seudo científicos.
Hoy somos testigos de la proliferación o como decimos de la masificación de las PC, con capacidades inimaginables de potencia, versatilidad y acceso simple a programas de todo tipo, con un basto soporte en todo ámbito de la ciencia y del conocimiento, instrumento inigualable a otros imaginados por el hombre y potencializado por Internet.
Quién no ha comprobado esta maravilla que ha revolucionado todo en este mundo. Quién alguna vez no sea dejado llevar por la imaginación, usando una computadora personal. Estas dos preguntas son muy fáciles de responder y cada uno de nosotros tiene una idea aproximada sobre dicho asunto.
Pero tenemos alguna idea si es este un instrumento de cultura o que la motiva o es un instrumento que nos proyecta culturalmente como seres humanos cultos, o es un instrumento básico en la formación escolar o universitaria. Por último, es un instrumento esencial en la formación científica y humana del individuo que busca el conocimiento y la formación en cualquier campo del conocimiento.
En nuestras épocas de estudiantes universitarios cuando rendíamos exámenes o pruebas de conocimientos era prohibido ingresar al aula con una calculadora de bolsillo a rendir la prueba. Actualmente sigue vigente esta disposición. En aquella época ni la regla de cálculo ni las calculadoras eran sinónimo de cultura, eran a lo máximo un instrumento de ayuda para operar ecuaciones u operaciones aritméticas. Por qué ahora una computadora personal es sinónimo de cultura.
En la actualidad en el Perú como en otros países subdesarrollados se negocia una computadora personal de cien dólares para los niños en edad escolar de las zonas rurales o con poco acceso a la modernidad. ¿Es que en estos tiempos el concepto de cultura, conocimiento y aprendizaje es diferente al usado hace veinte y cinco años atrás? ¿Esto los sacará del atraso en que viven?
Invitamos a los lectores de este blog, si tienen a bien , comunicarse a esta dirección munizasociados@gmail.com para dejarnos conocer sus puntos de vista sobre este asunto, respondiendo o ampliando las interrogantes planteadas. Desde este momento, muchas gracias.
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