Oscar Muñiz Corro
Se hizo casi
normal ver arrebatos, lances, peleas, broncas, traiciones y hasta maldiciones
entre políticos, parlamentarios, periodistas, siendo lo más “logrado” el
insulto a la madre del presidente Vizcarra.
Es el nivel chavetera
de los políticos que lideran las encuestas ya sea por incautos nacionales y
orientales con chuño.
Nada más
grosero que salir de un congreso traicionero cuando los faites del congreso
disuelto eran dueños de ese local que huele a podrido; lo mismo pasa con el actual
congreso liderado por oscuros personajes que invocan los nombres de Fernando Belaunde
Terry y Paniagua a modo de tabla salvadora cuando son simples cafichos de la política.
Esta vez no
se le escucho al zoológico de la estrella, más si la aterradora presencia de
Marta Chávez.
En medio de
este panorama la indignación se hizo presente materializada gracias a la hoy denominada “generación bicentenario”,
denominación con poca consideración e imaginación. Ellos no necesitan
denominarse así; son la reserva de esta sociedad ya corrompida. Esta juventud
no requiere de aplausos de los mismos que han tolerado la inmoralidad, el
latrocinio y la hipocresía. Esta juventud sola se defiende. ¡No la corrompan!
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