Oscar Muñiz Corro
Cuando uno menos lo piensa aparecen los “fantasmas”, muchas
veces aquellos que son de carne y hueso.
Cansados, hartos de vivir entre gente cínica de
aquellas gentes en que la vergüenza y la
decencia desapareció o no nació con ellas.
Impotentes y llenos de rabia porque era evidente que el mal cundía
por todo lado, que el mal triunfaba,
donde el repliegue de las fuerzas se hacía
más intenso y las fuerzas por la lucha se desvanecían de manera inmisericorde.
Según el dicho “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que
lo aguante” fue el presagio del cambio, mínimo cambio, pero al fin un cambio.
Por aquella época no muy lejana quisimos voltear la página. Teníamos
el espíritu magullado y la autoestima debilitada. Era imposible lograrlo. En
esas circunstancias era mejor tomar un respiro para evitar un estropicio público.
Las circunstancias llegaron cuando en el cuchitril del
congreso nacional peruano se logró dar el primer paso para su disolución. Fue así
que en fondo del túnel se dejó ver una pequeña luz, no obstante el carga montón
generado por los áulicos, los sirvientes y todos aquellos que gritaban
desaforadamente y maldecían su cierre. Aquí y ahora no se justifica eso de
“justos pagan por pecadores” porque dudamos que en ese mierdero de congreso
exista alguien digno de ser respetado. El 30 de setiembre 2019 se inició una
tenue reconstrucción del Perú, dejando en la trastienda al fujimorismo, al
aprismo venal y con estos dos grupos mafiosos de la política peruana a los
topos, cínicos y ayayeros* que ocultaban sus simpatías y colaboraban
cobardemente tras bambalinas con las fuerzas del mal el aprofujimoriso.
Dicho esto, por nuestro silencio durante los últimos noventa
días queremos reiniciar nuestras entregas con la esperanza de que la economía y
la ética peruana se restablezcan. Por este razón deseamos a toda aquella
persona que leen estas líneas un venturoso año 2020.
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