Oscar Muñiz
Corro
Los peruanos
desde jóvenes esperaban que las cosas cambiaran. Esto se agudizo desde aquellas
épocas donde las fuerzas políticas de la izquierda, el APRA y Acción Popular proponían
a su manera el progreso del Perú.
Todo era en
vano, los golpes militares siempre cortaban el paso hacia condiciones maduras
de gobierno y, sin mediar palabra se apoderaban del poder, en varios casos, por
muchos años.
Pocos
ciudadanos creían en esos militares arropados con las esperanzas de los
humildes y desposeídos. Jamás creyeron en aquellos que decían una cosa y se
abrazaban con los uniformados, como
tampoco creyeron en los políticos con excepcional labia.
Décadas han
pasado. La izquierda no funciono, no cumplió. La izquierda decepciono convirtiéndose
en un fraude. Pasaron décadas y hoy se derramo las mugre política personificada en el APRA y los
apristas. Hasta el día de hoy los apristas no se percatan que los tiempos han
cambiado, y que hoy forman parte de la corrupción.
¿Qué maldita
razón existió para soportar década tras década mentiras, supuestos actos de heroísmos, o un lógico proceder
político? No lo sabemos.
Lo que es
evidente en estas circunstancias es que no se necesitó a la izquierda ni a la
derecha, mucho menos al APRA ni a los apristas, para enrumbar al Perú. Solo se necesitó
decencia y verdad.
Nota: post
escrito el 02/12/2018, un día antes de
conocer la decisión del gobierno uruguayo de no otorgarle el asilo diplomático a
Alan García Pérez.
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