Oscar Muñiz Corro
Thorsten Polleit, hace una pregunta: ¿Para que fueron
creados los bancos centrales? Responde: Para llenar las arcas de los gobiernos;
para incrementar los medios financieros del rey o del gobierno electo a través
de un esquema inflacionario, generalmente demasiado elaborado y traicionero
para que la mayoría de la gente pueda ver a través de él. Prosigue su
argumentación. Los bancos centrales son fundamentales para poner al gobernante
–o a la clase dominante- en una posición en la que puedan saquear al pueblo a
gran escala y, mediante la redistribución del botín hacer que un número de
personas dependan financiera y socialmente de él.
No siendo suficiente con esta visión el autor señala que un
“sistema inflacionario de reserva fraccionada” es usado para consolidar el siguiente
circuito:
1.
Se asigna a los bancos centrales el monopolio de
la producción de dinero, lo cual permite sustituir el dinero real por papel no
respaldado o dinero fiduciario.
2.
Los bancos centrales proporcionan a los bancos
comerciales dinero fiduciario y los bancos comerciales son libres de piramidar
un múltiplo del dinero de los bancos comerciales fiduciarios encima de él. Esto
es lo que llaman un “sistema bancario de reserva fraccionada”, que es un
sistema genuinamente inflacionario.
Según Polliet, este sistema plantea un problema a la
distribución del ingreso y a la riqueza, porque cuando el aumento de la
cantidad de dinero en una economía, los precios de los diferentes bienes se
verán afectados en diferentes momentos y en diferente grado.
Esta es una observación teórica que se toma por sentada en
la realidad. Este concepto está relacionado con la teoría monetaria la cual
determina el valor del dinero o su equivalente, su poder adquisitivo. Por lo
tanto se puede concluir, que los precios son determinados por el volumen de dinero
en circulación.
Pero Polliete va más allá en su explicación. Dice que los
primeros receptores del nuevo dinero serán los beneficiados, ya que pueden
comprar bienes a precios que aún no han cambiado con su dinero fresco. A medida
que el dinero nuevo se pasa de mano en mano, los precios van subiendo. Los
receptores tardíos están en desventaja, solo pueden comprar bienes a precios
elevados con su dinero nuevo. En otras palabras, según Polliet, los primeros
receptores del dinero nuevo se hacen ricos, los últimos receptores se hacen
pobres. Los que no reciban nada de dinero nuevo estarán en peor situación.
Es muy discutible la afirmación sobre la función de los
bancos centrales en cuanto sirven para llenar las arcas de los gobiernos. No
cabe duda que un banco central es un gran banco entre los bancos, aunque
siempre no dejan de exagerar su eficiencia, cuando sabemos que tal vez existan
uno o dos bancos centrales en el mundo que cuentan con un sistema de
información confiable. Más aun, se puede colegir más de una hipótesis poco confiable y
relacionada con los foros al margen de la ley, lo cual dejaría fuera de juego
al conjunto de axiomas económicos y a la economía.
Lo que sostiene Thorsten Polliet es de lo más preocupante,
ya que tendríamos que desconfiar de las contribuciones de Ackley, Furtado,
Sunkel, Pedro Paz, Isard, Stonier, Hague, entre muchos otros.