Oscar Muñiz
El actual ministro economía, el peruano Alfredo Eduardo
Thorne Vetter, expuso la sustentación de unos dispositivos legales ante el
Congreso de la Republica; dijo que ellos, el grupo del partido Peruanos Por el
Kambio, que lidera Pedro Pablo Kuczynski, había encontrado en el Ministerio de Economía
y Finanzas cuando Pedro Pablo Kuczynski asumió el gobierno el 28 de julio 2016,
que la economía heredada del anterior gobierno de Ollanta Humala Tasso, había
estado en “piloto automático”.
Al respecto, lo que se entiende por piloto automático habría
que aclararlo, por lo menos desde el punto de vista semántico, de cómo
entendemos este supuesto aforismo.
Se entiende por aforismo a una declaración u oración que
pretende expresar un principio de manera concisa, coherente y de apariencia
cerrada. Este término proviene del griego que significa “definir”. El aforismo
fue utilizado por primera vez por Heráclito de Éfeso, cuando se refería a los
síntomas y al diagnóstico de
enfermedades. Después el aforismo fue aplicado a la ciencia física para luego
ser generalizado a todo tipo de
principios.
No se puede desvirtuar lo que algunos sostienen al respecto,
que el aforismo nunca coincide con la verdad, o simplemente son medias
verdades.
Efectivamente, en función de lo que estaba sustentando el
ministro Thorne, diré que es una arrogancia suya la manera despectiva de referirse
a la anterior gestión económica. La economía es una disciplina opinable, por
consiguiente nadie debería asumir posturas descalificadoras, mucho menos
doctas, cuando se trata de convencer a un auditorio de un error.
La segunda atingencia es en relación de lo sostenido por
Thorne respecto al trabajo realizado por los equipos del Fondo Monetario
Internacional (FMI) a la economía peruana. Este organismo hizo su trabajo del
cual podrán estar de acuerdo o no, pero de ahí a sugerir diplomáticamente como
lo hace Thorne que el FMI avalo lo sostenido por los ministros de economía de
Ollanta Humala Tasso es un despropósito.
Thorne podrá ser muy economista, diestro en buenos modales,
pero como político es un lenguaraz. Termina siendo como todos los políticos
incapaces, incapaz de reconocer un acierto en su adversario.
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