Oscar Muñiz C.
Estructuralmente la economía peruana es un desastre. Supuestamente
es moderna, pero sus elementos que la conforman dejan mucho que desear.
Antes de 1990 este tema se trataba como un problema de
desarrollo y como parte de él estaba el problema del indio, aquel peruano
oriundo de los andes que con el transcurrir del tiempo fue marginal. Desde hace
veinte y seis años se dejó de hablar y tratar este tema. Hoy el enfoque esta
condensado en términos de pobreza. El tema de redistribución de la riqueza o
del ingreso ni siquiera es tocado por los académicos, so pena de ser excomulgados.
Lo moderno está presente en todo orden de cosas hasta en la teoría económica,
siempre y cuando no alteres el discurso convencional.
Aquí o acullá, el problema del indio peruano o del eufemismo
pobreza, es el problema del cambio de enfoque de lo que significa desarrollo y
desarrollo económico, esto es de quienes ostentan el poder económico y como se
distribuye la riqueza en el Perú.
Para no perder de vista este problema estructural decimos,
que este problema renace cada cierto tiempo, coincidiendo con el progreso de alguna
capa social cuando se encuentra en franco enriquecimiento gracias a la oferta
de los recursos naturales. Sin embargo su reflejo en los precios es muy
distinto.
Los precios de los bienes y servicios se encuentran en
muchos casos totalmente distorsionados. No existe un valor real de los precios
de la mayoría de los bienes y servicios, tal vez porque no son consecuencia de
un análisis de costos, solo son producto de una mera expresión de las
necesidades o aspiraciones de atesoramiento, o de lo contrario una copia referencial.
Los precios no obedecen a una expresión cercana a lo real
que es la producción. No pondremos como ejemplo el caso trillado del precio del
productor agropecuario, el cual es ridículo cuando lo comparamos con el precio
del intermediario en la cadena comercializadora.
Si tomamos como ejemplo un teléfono inteligente (Smartphone)
de gama media, este puede llegar a costar S/. 560, al cambio equivale a US$ 164
en Perú y US$ 163 en EUA. Este valor equivale a la mano de obra de un gasfitero
independiente que es contratado para un trabajo de dos jornadas de 8 horas,
precio que podría reducirse hasta los US$ 132.
Lo curioso es que pagando por el servicio al gasfitero este no
incluye la garantía. Más aún, si este no hiciera el trabajo esperado se le tendría
que abonar de todas maneras S/. 120 unos US$ 35 y conseguir otro gasfitero tal
vez por el mismo precio. Desde luego esto es inaudito pero real.
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