Oscar Muñiz
En anteriores ocasiones hemos hablado sobre la corrupción en
Perú, mal endémico que sigue expandiéndose en lo que queda de sociedad
tradicional.
Así como algún infeliz político hablo en 1990 sobre los
políticos tradicionales, imaginando despreciar a ese grupo, escupía en la cara
de la sociedad peruana su desactualización, no solo en la manera de percibir la
vida cotidiana, sino más bien en vivir de espaldas a la realidad.
Hasta antes de este hecho trascendental, en la sociedad
peruana se guardaba con cierto decoro, dignidad y aprecio lo que todavía tenía
de tradicional, su decencia, lo mismo que las costumbres heredadas.
Sin más remedio ni cuestionamiento el cambio de sociedad lo efectuó
un presidente oriental e inescrupuloso, dejando de lado el viejo refrán, más
vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer, y así esta realidad actual puso
a la sociedad peruana en el desfiladero, frente a ella misma, junto a su
sórdida estupidez.
Lo hecho, hecho esta.
Las personas despistadas o simplemente cualquier mortal que
camina a pie, en bici, moto o automóvil, desde aquella fecha está expuesta a la
prepotencia, atropello, maltrato, abuso, y riesgo de su integridad física y mental.
Hasta hace unos años el distrito de Santiago de Surco en
Lima, era un distrito que se caracterizaba por su tranquilidad, su mediana
seguridad, donde se podía recibir un aceptable trato. Existía el comercio donde
se comprobaba un aceptable grado de educación, respeto y tolerancia. Esto duro
hasta que hizo su aparición un nuevo alcalde de Lima, el señor Alfonso
Barrantes Lingan, apodado cariñosamente como
“Frijolito”.
A Frijolito, se le ocurrió la infeliz idea de crear los complejos
comerciales de Polvos Rosados e Higuereta, los cuales fueron edificados en los
terrenos de la desaparecida hacienda Higuereta y en terrenos de una orden de
religiosas. No muy lejos se edificó un mercado con el nombre “El Edén”, por cierto, nombre irónico y a contra pelo del lugar más placentero al
que cualquier mortal quisiera estar aunque sea por unos minutos.
Muchos antiguos residentes asentados en la misma
prolongación Av. Benavides optaron por vender sus propiedades y mandarse mudar.
Hoy en aquellas casas proliferan los negocios pequeños como chifas, comedores,
tiendas de abarrotes, cantinas, cubicherías, pollerías, peluquerías, en fin,
toda una gama de pequeños negocios.
Con estos negocios llegaron de la mano los ladrones,
fumones, borrachos, prostitutas, coqueros, ambulantes, homosexuales y la escoria
mercantil. Esta escoria mercantil son los administradores, dueños o simplemente
ujieres. Son gente que trae su propia manera de ser, con un nuevo estilo de
convivencia y de hacer dinero, y junto a ello el atropello, la suciedad y el
desorden.
Los alcaldes de Surco no han hecho nada en defensa del
vecindario, del ciudadano que vive o transita por las calles del distrito. El
actual alcalde se hace de la vista gorda frente a todas las anomalías y sacadas
de vuelta a la ley. Al actual alcalde se la pasea el alma.
Si se tratase de calificar al alcalde, este obtendría una
puntación de dos (2), en la escala de diez puntos. Hace gala de su peculiar
manera de gobernar, y de su falta de cortesía para responder al más mínimo
cuestionamiento.
Esperamos que el alcalde Roberto Gómez Baca, tome nota de lo siguiente. En la prolongación
Av. Alfredo Benavides, altura de la cuadra 37, frente a las oficinas del Banco
de la Nación, el personal de una pollería impone sus normas de tránsito,
apropiándose a vista y paciencia de la autoridad policial y edil de la vereda,
que un empleado de la misma, sin rubor alguno sustenta, porque así lo cree, que
la vereda es de propiedad privada del negocio que regenta, asi lo sustenta. Tal
es su ignorancia que hace caso omiso a la autoridad motorizada de la
municipalidad de Surco, se burla de los transeúntes incapacitados, e instruye a
su personal con el mismo argumento equivocado.
Hasta el día de hoy no cumple con la indicación dada por el
personal del serenazgo, de retirar las motocicletas de la vereda. Este hecho puede
comprobarse con tres fotografías tomadas en diferentes fechas (13,14 y 15 de
noviembre 2015, a diferentes horas del dia).
Con esta nota queremos contribuir a un ordenamiento de la
zona circundante a la prolongación Benavides. Queremos hacernos presente
contribuyendo a que exista un mínimo orden en el distrito de Santiago de Surco.
Esperamos que el alcalde Roberto Gómez Baca, haga suya
nuestra contribución, exija más limpieza y orden a los comerciantes. Que el alcalde tenga en
cuenta que el factor humano es el que está fallando, por lo tanto un poco de
pedagogía no vendría mal. Demás esta
modernizar el parque automotor, cuando los inescrupulosos comerciantes tiran
por la borda las buenas costumbres de las que hasta hace poco se enorgullecía Santiago de Surco.
Señor alcalde Roberto Gómez Baca, haga caso al grito de sus
vecinos. ¡Usted está fallando! De lo contrario, mejor quédese en el parque
temático Voces por el Clima.
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