Oscar Muñiz
Según Roque Benavides, Conga es rentable. Estas fueron las
palabras vertidas por el ejecutivo de Buenaventura, en el 11° Simposio Internacional del Oro y de laPlata . Con dos idea grafico lo que considera importante para
Cajamarca. Estos dos conceptos los redujo, según expresión de Roque Benavides a
que el Proyecto Conga “Genera mucho
valor, pero si es que no se quiere, nosotros no podemos forzar las cosas”;
y “Si logramos el apoyo de las
autoridades y de las comunidades podría generar mucha actividad económica y
sacar a Cajamarca de ser la región más pobre”.
En los últimos treinta años la agudización de la economía de
la región Cajamarca obligo a sus habitantes a migrar a otras zonas del Perú.
Una de esas zonas fue lo que se conoce como Selva Alta, más específicamente en
la región nor oriental del Perú, en el
departamento-región San Martin, lugar con una extensa experiencia agrícola y
ganadera, zona privilegiada, con un potencial turístico incalculable y
poseedora de los valle más fértiles de Perú, el Huallaga Central y Bajo Mayo.
En el Bajo Mayo, los migrantes cajamarquinos crearon un
distrito, Nuevo Cajamarca, como su nombre lo indica es la reminiscencia
ancestral, muestra palpable de la idiosincrasia del poblador cajamarquino y de su
entrañable amor a su tierra donde nació. El traslado incluyo el despliegue de
su bagaje cultural andino, el que incluye el sistema de hacer producir la
tierra con sus herramientas milenarias. Con este sistema de producción agrícola
andino hacían agricultura en terrazas en el amplio valle del Bajo Mayo, sin
saberlo ponían en peligro la estabilidad del suelo y contribuían a causar más
daño ambiental en las laderas, pues el espesor del suelo en laderas de las
montañas de Selva Alta es inferior al espesor del suelo andino.
Luego de su establecimiento y expansión en la zona geográfica,
la saturación poblacional impidió que nuevos migrantes sean acogidos con
facilidad. Sin embargo otra oportunidad se les presentaría a los migrantes
cajamarquinos para salir de la miseria en su propio suelo de Cajamarca. Fue el
bum del cultivo de la hoja coca, el cual se extendía entre Juanjui y Tarapoto.
Los migrantes migrantes se establecían temporalmente en los distritos por ejemplo
de Juanjui, Bellavista o Saposoa, lugares donde se dedicaban a las labores de sembrío
de matas de coca, a cosechar las hojas de coca y otros a pisar las hojas de
coca en las piscinas donde se producía la pasta básica de cocaína, sustancia
previa a la producción del clorhidrato de cocaína. Otros cajamarquinos seguían camino
hacia el Alto Huallaga, zona productora de hoja de coca, pasta básica de cocaína,
y terrorismo.
Los salarios eran diferenciados entre los que pisaban las hojas
de coca con los que cosechaban las hojas de coca. Estas plantaciones se podían
ver cuando uno viajaba en vuelos de itinerario regular entre Lima y Tarapoto y
viceversa. Desde lo alto podíase ver las ordenadas filas de los arbustos de
hoja de coca, de manera clara y bien regular. Para cuando los trabajos concluían
estos mismos migrantes regresaban, no todos, a casa (Chota, Celendín, en la región
Cajamarca) con unas cuantas monedas en
el bolsillo, artefactos eléctricos (radios) producto de su estancia en algún lugar
donde trabajaban la hoja de coca. Volverían al trabajo de la coca muy pronto y seguido,
para poder alcanzarle un mendrugo de pan a su familia.
Estas idas y venidas de los cajamarquinos pobres se hizo
normal, y cuando no podían llegar vendían su excelente disposición laboral a
los estancieros que sembraban arroz en el valle del Sisa o en el mismo
Tarapoto, por algo más de un plato de comida, desayuno y un dólar diario de salario,
o menos.
Si Roque Benavides pretende revertir esta realidad dista
mucho del objetivo que propone, muestra su desconocimiento de la realidad, y
pretende eregirse como el salvador de este tipo de desgracias. No solamente
esto, el terrorismo hasta hace siete días atrás volvió hacer noticia en la Región
de San Martin, cuando capturaron a tres mandos militares del senderismo. Lo más
delicado es que si existiese la asociación narcoterrorismo como la que campeo
entre 1986 y 1992, o cuando las facciones de Sendero Luminoso y el MRTA se batían
a muerte por hacerse de las zonas liberadas, ni Roque Benavides ni el proyecto
Conga constituirá una tabla de salvación para los cajamarquinos.
Lo que necesitan los inversionistas, como Roque Benavides,
es más discreción, más lucidez, y un mayor propósito de enmienda.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario