Oscar Muñiz
En esta oportunidad no nos referiremos a lo que sucedió hace
194 años. No nos preguntaremos si fue cierto el grito de independencia en
Huaura. Los acontecimientos de esa fecha los dejamos para otra oportunidad en
que deseemos hacer historia.
Hoy es el dia de acercarnos a la verdad.
Conocemos lo suficiente sobre los medios de comunicación. Conocemos
de lo que son capaces los dueños de los medio de comunicación. Es conocida la
ética de los acolitos en planilla de los medios de comunicación, sabemos que roznan.
Sabemos de lo que son capaces los políticos. Conocemos el
nivel ético que ostentan. Sabemos de lo que fueron capaces la escoria de
peruanos que ostentaron el poder durante la década de la vergüenza, y de los
que continuaron ejerciéndola como topos o reentrenados, después de ella.
¿Como es posible que sigan influenciando?
Todo peruano fue timado, engañado, burlado por un baladí
nikkei. ¿Es que los peruanos son unos interesados sin remedio, o individuos sin
remedio para resarcir su amor propio? ¿Es que los peruanos no saben distinguir
entre Castilla o Bustamante de un ruin japonés que gobernó el Perú con mañas,
latrocinios y crímenes?
No hay nada que festejar este 28 de julio mientras existan fujimoristas
sentados en el Congreso; pueblos enteros que los escogen, o peruanos que prefieran
esta afrenta a una nueva oportunidad.
Este 28 de julio tenemos que resarcir al Perú, con
nuestra gratitud y lealtad. Los peruanos de bien tienen que cerrar filas. Tienen que impedir que una manga de zamarros
sigan burlándose y haciendo de las suyas. Sin violencia, pero con dignidad. Los
peruanos deben aprender a decir las cosas claras. Los peruanos no deben
festejar la independencia mientras exista el 50% de compatriotas simpatizando
con el oprobio. La reconciliación entre peruanos es una tarea pendiente. ¡Hagámosla!
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