Asesoria Economica Financiera y Medio Ambiente

5 de mayo de 2008



La demolicion
de casas y la
construcción
de edificios en
Lima

Existe una frontera en el tiempo laboral de los peruanos, esta se encuentra antes y después de julio de 1990, cuando la economía peruana se liberalizó a ultranza, con un audaz hoy prófugo ministro de economía y finanzas y el que lo reemplazó, un imberbe economista que nunca esgrimió remordimiento ante sus fechorías y que hoy, juzgado y sentenciado, camina hondo y lirondo por donde le place.

Hoy después de diez y ocho años de este embuste, el horror y los errores se ven a la vista. Ex ministros fujimoristas, funcionarios, militares se encuentran tras las rejas; otros fugados, otros sentenciados y el cabecilla de esta horda procesado como cualquier delincuente.

El modelo económico impuesto desde 1990 sigue dando sus réditos y lo último es que hasta el actual presidente es liberal, cuando en el jolgorio de su aprendizaje no dio muestra alguna de tal inclinación.

También no deja de ser importante que el problema del modelo es el empleo, pero cuándo lo ha dejado de ser. Es que se nos olvidó que el problema del pleno empleo es tema para los economistas liberales o es que ya se olvidó, que el pleno empleo está presente desde antes de la revolución industrial.

Lo grave son las condiciones del empleo, así el alter ego de los políticos e inversionistas no hace más que incrementar los conflictos laborales, desestimando el progreso nacional y lo que es más tenebroso, quién se alimenta o no, quién vive o no.

Hoy el auge de la construcción abre un camino más hacia la informalidad y alimenta a las compañías constructoras un nuevo modo de hacer dinero.

Los obreros de construcción civil no son en muchos casos aquellos que son captados por su mayor experiencia; por el contrario son los que forman parte de del ejercito de desempleados que pululan por las calles de Lima y sus distritos; son los que mueren aplastados por la avalancha de tierra, piedras y escombros, dejando tras ellos, en muchos casos viudas y huérfanos.

Los vecinos son aquellos quienes tienen que soportar el polvo, los ruidos y sobre todo los riesgos que entraña la demolición de las viviendas, la colocación de las calzaduras y en muchos casos el derrumbe, resquebrajamiento y deterioro de sus viviendas.

Los municipios impávidos frente a la avalancha constructora, sin personal profesional idóneo para las tareas de fiscalización y pasando por agua tibia a los colegios profesionales y las normas y leyes que no sirven o que están tan mal hechas, solo atinan con un saludo a la bandera.

En resumidas cuentas, el ingeniero bululú responsable de la obra, que no hace bien su tarea y mucho menos cumple antes del inicio de su trabajo con percatarse de las limitaciones que presentan las casas y tomando contacto con los propietarios. Este bululú que no cuenta con un cronograma de actividades ni mucho menos con una programación de tareas, lo cual en muchos casos realiza su trabajo de manera improvisada o delegando su responsabilidad en manos de un analfabeto peón. Este bululú que desconoce totalmente las normas legales y reglamentarias de construcción y municipales, es también un reclutado del ejército de profesionales desempleados que pululan en las calles de Lima y sus distritos.










































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