Oscar Muñiz Corro
Sin duda que el mundo pasa por una situación alarmante,
donde la vida de los seres humanos está en juego. Sea el lugar, el país o el continente la gente la
pasa muy mal, sin asistencia médica, sin empleo y sin un horizonte claro y
seguro.
Las perspectivas no son lo que uno se imaginaba como tampoco
nadie se imaginó la gravedad y letalidad del virus. Ningún científico en
medicina humana, biólogo o especialidad afín tiene un pronóstico seguro mucho
menos alentador.
Lo más triste y que llena de indignación e impotencia es no
poder frenar esta situación. Por un lado está el país donde el virus fue creado
y “amamantado” mientras que nosotros fuimos los perjudicados. ¿Qué o cuales
fueron las intenciones para producir semejante monstruo? ¿Fueron intereses
meramente científicos o algo más? ¿Quién o quienes decidieron crear este
Frankenstein y para qué?
Si su creador es un dramaturgo y los personajes somos
nosotros, tenemos que buscar justicia, donde el fiscal sea la ciencia en su
conjunto y el juez seamos nosotros. Los responsables tienen que tener una sanción
no solo moral y ética, sino el cadalso o la horca.