Oscar Muñiz Corro
La economía es una ciencia social opinable, se le reconoce por sus resultados. En los
últimos meses fue la economía peruana la que estuvo en primera plana junto al
coronavirus.
Antes de la pandemia la afectación a la economía peruana
estaba en función de la política y lo que decían los políticos; la confianza
tan pregonada en los inversionistas era tema diario, sin dejar de lado los
conflictos mineros, de contaminación por derrames de petróleo en las
comunidades nativas de la amazonia peruana, la corrupción de jueces y fiscales
supremos. Muerto un presidente, otros
encarcelados, el pasatiempo periodístico y de los tertulianos era quien ganaba
a quien, mientras el desempleo, los bajos salarios eran y son la angustia
diaria de la mayoría de peruanos.
Llegado e instalado el COVID-19 fue como destapar una “olla
de grillos”. Se decantaron los opinologos. Nuevos rostros aparecieron en la pantalla de tv, los
periódicos, las redes sociales, los blogs y los medios de comunicación en
general solo hablaban del virus, aunque solo fueran y son puras repeticiones
foráneas. Los locutores de radio y los presentadores de noticias en tv no
sabían lo que decían, ya que, si un médico no sabía lo que era el COVID-19
mucho menos lo sabría un periodista. Estos personajes siempre apegados a las
medias verdades y a las mentiras disfrazadas de verdades. Claro está que con
pocas excepciones.
En medio de este zafarrancho de noticias y desgracias es que
el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) se convirtió en la entidad en la
cual habría que confiar. Sus informes y explicaciones sobre la situación
económica daban un cierto grado de tranquilidad. El Ministerio de Economía y
Finanzas más conocido como el MEF es solo una dependencia de trámite del
palacio de gobierno como lo fue desde 1990. Su trabajo consiste en sellar
papeles, dar la cara por medio del ministro de turno frente a los desbarajustes del presidente de turno y tapar
huecos financieros de los sobregiros o desfalcos. No tiene voz propia. Ni
siquiera tiene un mínimo trabajo de planificación estratégica. El MEF adolece
de una renovación no solo de gente, también de funciones. A falta de un sistema
de planificación el que menos hace lo que le da la gana. No hay un norte.
Consientes de tanta desgracia solo queda sonreír cuando “expertos” en economía hacen
afirmaciones de perogrullo. Solo queda trabajar
para sobrevivir, pues no hay futuro. Estar vigilantes a la aparición de
timadores y ladrones con corbata.
Queda por delante mucho sacrificio y esmero.
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