Oscar Muñiz
En Perú, los pueblos autóctonos se agrupan en comunidades
nativas y campesinas. Las Comunidades Nativas se encuentran ubicadas en la
Selva Alta y Baja, mientras que las Comunidades Campesinas en la región de la
Sierra.
Las vicisitudes que vivieron, a lo largo del tiempo, los
antepasados de los pobladores de las Comunidades Campesinas, muchas veces
fueron en condiciones de esclavitud y servidumbre, de explotación laboral, marginación
social y cultural, arrastrándolas hasta los escalones más desprotegidos de la
sociedad peruana. Vivieron durante siglos en condiciones sociales de marginalidad.
No es hasta finales de la década de 1960 en que se reivindica
a la población nativa de los Andes peruanos. El Estado peruano les reconoció como
poseedoras de extensiones territoriales, ganado, vivienda, y derechos. Tuvieron
que pasar los más atroces de los sufrimientos en manos hasta de sus mismos
compatriotas, por tan solo el hecho de provenir de la sociedad andina.
Mientras permaneció enquistado el modo de pensar y de actuar
producto del coloniaje español, no hubo un atisbo de reivindicación para esta porción
de población peruana, ni por parte del Estado Republicano ni de la sociedad en
su conjunto.
Este mismo fenómeno social se repite, ahora en la zona de
selva, en la mayoría de las comunidades nativas. El vasallaje, la explotación,
el desentendimiento de las autoridades, han llevado a fortalecer la determinación
de la población nativa frente los abusos. No es solo la explotación y usurpación
de sus recursos naturales, ahora son las enfermedades y hasta la usurpación de
la vida lo que se les incauta.
El poblador criollo, mestizo, de condición diferente a los
pobladores nativos de la selva no aprendieron la lección de lo sucedido con el
poblador andino. Aun más, el desentendimiento no es reconocido, censurado o
combatido por las autoridades, salvo en los discursos de rigor en ocasiones públicas
o de festividades nacionales. No puede pasarse por alto que en algunas
representaciones oficiales, en el Patio de Honor del Palacio de Gobierno, cede
del poder ejecutivo, el que encabece las manifestaciones de peruanidad sea el
presidente de la republica; es el lugar donde se reunen las delegaciones de los
pobladores amazónicos, supuestamente integrados a la vida nacional, con los
mismos derechos que el resto de peruanos. La realidad es otra, fuera de la representación
de unión, progreso e igualdad entre todos los peruanos.
Junto a estas y otras razones, surgen otro tipo de
desgracias para los pobladores indígenas de la amazonia peruana. Esta vez se
trata de los awajun, pueblo nativo que ocupa el segundo lugar en importancia después
de los ashánincas, por ser el más numeroso. Los awajun son alrededor de 50 mil
habitantes que ocupan territorios en los departamentos de Amazonas, Cajamarca,
Loreto y San Martin.
En la comunidad nativa de Wampani, ubicada en el
departamento de Amazonas, provincia de Condorcanqui, al norte de Perú,
declararon a más de 200 indígenas portadores del virus VIH (SIDA). Según los
pobladores awajun la enfermedad se instalo entre su gente a la llegada del
hombre blanco.
En la mayoría de los casos, los portadores del VIH son
hombres entre los 14 y 25 años de edad. Según el reporte de la red de salud el
77% de los casos reportados corresponden a indígenas que se asientan en la región
del Alto Cenepa. Este hecho recién salto al conocimiento público tras un
reporte televisado.
Otro hecho real está relacionado con la inseguridad
ciudadana. No solo Lima es escenario de inseguridad ciudadana. Esta situación también
se reproduce en las principales capitales de los departamentos como Trujillo,
Tumbes, Cusco. Ahora, a unos diez minutos al norte de Moyobamba ciudad capital
del departamento de San Martin, se encuentra ubicada la ciudad de Rioja. Ambas
ciudades hasta los años 1980 eran de paz y tranquilidad, donde la seguridad
ciudadana estaba garantizada por la idiosincrasia de la población y por la poca
articulación vial del departamento al resto del país.
Esta paz y tranquilidad se perdió por el año 1987, cuando
las hordas terroristas y el narco tráfico comenzó a desplazarse desde el Alto
Huallaga hacia Moyobamba, atravesando las ciudades de Juanjui, Bellavista,
Tarapoto.
Actualmente la Central Única de Rondas Campesinas de la provincia
de Rioja en el departamento de San Martin, realizo una marcha pacífica para
solicitar a las autoridades políticas y judiciales que los incluyan en los
planes de operaciones contra la delincuencia.
Lizardo Vilcaromero Rojas, secretario provincial de la
Central de Rondas, indico que ambas dependencias no toman en cuenta sus
peticiones e incluso han sido denunciados varios de sus integrantes por coacción
y secuestro. La fotografía muestra la reunión de la Central Única Provincial de
Rondas Campesinas de Moyobamba eligiendo a su junta directiva para el periodo
2013-2015.
No podemos dejar de mencionar el asesinato del dirigente
Edwin Chota y tres de sus compañeros, por tan solo
salir en defensa del progreso de la comunidad de Saweto y de su medio natural
que es sustento del pueblo asháninca que el representaba.
Las personas que han vivido en carne propia al terrorismo en
Perú y hoy viven los estragos que causan la delincuencia y el narcotráfico, saben
lo que significa este flagelo social. No está demás decir, mientras los
entendidos en materia de seguridad no hagan su trabajo, poco o nada se habrá
avanzado, pues por cada día que pasa se pierde la institucionalidad y la
libertad.
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