Cuando gobernaba Alberto Fujimori Fujimori el Perú, fueron tiempos en que se prometía mejores formas de tratar los asuntos de Estado. La mano rígida y enérgica se notó desde el principio de su mandato, cuando cerró el Congreso y despachó a su casa a todos los legisladores. Todo el pueblo peruano aplaudió semejante acto, sin darse cuenta que avalaba la brutalidad que hasta 1979 habían vivido en los gobiernos militares de Juan Velasco Alvarado y Francisco Morales Bermúdez.
El hoy presidente del Perú, Alan García Pérez, fue una de las víctimas de ese nefasto día, pues tuvo que escapar de su domicilio y refugiarse en la embajada colombiana en Lima, para después viajar a Bogotá, en calidad de refugiado político, para luego salir de ese país hacia Paris, donde radicó por varios años hasta retornar al Perú, para postular a las elecciones presidenciales del 2001, la cual perdiera frente a Alejandro Toledo Manrique.
En el 2006 Alan García Pérez, logró por segunda vez ser presidente, frente a un Ollanta Humala crecido políticamente y que le dio pelea hasta la segunda vuelta electoral. Investido como mandatario comenzaron sus andanzas gubernamentales. Se paseo el día de su investidura con la otrora presidenta de Chile, Michelle Bachelet, dejando a más de uno con la boca abierta sobre la deferencia presidencial. Sin embargo la duda flotaba en el ambiente pues los peruanos habían conocido al Alan de los 80s, el cual era también conocido como “Caballo Loco” por las locuras que se le atribuían.
Atrás quedó el pésimo manejo económico, las matanzas de los penales, los actos de corrupción atribuidos a la mayoría de sus ministros y la incapacidad para gobernar un país con las dos lacras más extendidas por aquellos tiempos: el terrorismo y el narcotráfico.
Desde el 2006 la opinión publica ve estupefacta la secuela de actos de corrupción del gobierno de Alan García Pérez, la inmovilidad de las autoridades para lidiar con los actos de corrupción, contra la subida de los niveles de precios de los productos de primera necesidad y tan solo hace una semana el escándalo del DL 1079 , el cual libera a los responsables de actos contra los derechos humanos desde 1980 hasta el segundo gobierno de Alberto Fujimori Fujimori.
En su carta, Mario Vargas Llosa, es contundente y claro; siendo un hombre público y con arraigo nacional hace tan solo horas a puesto de vuelta y media a Alan . Lo que llama la atención en estos últimos años es que los partidarios del fujimontesinismo han logrado infiltrarse entre las líneas de la convivencia saludable. A los congresistas fujimontesinistas se les suma los conductores de televisión, aquellos que fueron signados por sus actos corruptos o por lo menos de apoyar a la corrupción; no se quedan atrás los militares, ni los religiosos como el Cardenal de Lima, los candidatos a los gobiernos regionales y a algunos sillones municipales.
Tanto es así que el día 14/09/10 el Congreso se reunirá a las 5 p.m. para debatir la derogatoria del DL 1097 , el cual, dicho sea de paso, llegó a este poder del Estado con una adenda , que según los legisladores enturbia aun más el procedimiento de anulación del DL 1097 y agrava la situación, puesto que no lleva ninguna firma de algún responsable político del gabinete.
MVLL - AGP |
El hecho es que Alan García Pérez, el cual no es ningún “niño de teta”, jugó su carta fujimontesinista y el joker que no le había tocado en estos últimos cuatro años hoy le pasan factura, con el agravante que Mario Vargas Llosa no es un mero desconocido, todo lo contrario es la expresión adusta de la consecuencia política trazada tan solo un año atrás cuando abrió las puertas del Museo de la Memoria , después de un debate hasta con el mismo Alan García.
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