Por Oscar Muñiz
El peor enemigo del progreso es la corrupción y
esto lo vemos en todo el mundo. Este problema lo afrontan hoy en día las economías
desarrolladas o no.
Pero, ¿que tiene que ver la corrupción con el empleo?
En economías menos desarrolladas, como la peruana, una
persona que busca empleo debe cumplir con algunos requisitos, que en muchos
casos son imposibles de satisfacer, como es tener un post grado, maestría o
doctorado; hablar dos idiomas aparte del materno, tener presencia (?) y tener
por lo menos 4 años de experiencia.
La dificultad de conseguir un puesto de trabajo para un
egresado de la universidad o para un profesional recién graduado con estos
requisitos, especialmente cuando recién empieza su vida laboral ¡a los 25 años!,
es producto de la estupidez; por supuesto que los mayores de cuarenta años no
tienen oportunidad. Los responsables de la selección de personal no se percatan
que la formación laboral la hacen las empresas, ellas deben formar sus cuadros,
sean estas estatales o privadas. Sin embargo siguen creyendo que pueden obtener
trabajadores de primera línea pagando US$ 400 mensuales, sin seguridad social
ni medica.
En el Perú los empresarios han perdido 20 años desde que
implantaron este sistema, creyendo que el mercado laboral rebosaba y sus expectativas
se encontraban cubiertas, cuando realmente el abaratamiento del despido que
utilizaron como ley puso su cuota a la precariedad laboral, creando un ejército
de desempleados con formación profesional perdiendo así la oportunidad de crear una economía orgánica;
la capacitación fue erradicada desde 1992 y acentuada desde 1996, fue la peor
idea implementada desde el primer gobierno de Fujimori, con el propósito de
aparentar eficiencia aunque solo consiguiera profundizar las diferencias entre
los trabajadores. Hoy en día el Estado se hace de la vista gorda frente a los
abusos de los empleadores y su corrupción interna, sean estos empleadores
privados o estatales.
Dejemos a los necios de una sola vez, desenmascararlos es lo
debido, hoy más que nunca, pues la crisis europea esta eructando gente que viene a esta parte
del mundo en busca de trabajo, la competencia será más dura, más aun cuando
sabemos que los profesionales y técnicos nacionales no gozan de las preferencias
de los empleadores.
Esta es la oportunidad para economías vulnerables como la
peruana, aprovechar el tiempo mientras que por otras latitudes la crisis cala
hondamente. Este es el momento en que las pequeñas empresas dejen su huella
creando sus cuadros de profesionales y trabajadores con el propósito de crear
una economía más sólida y pujante. El buen gerente no es aquel que vomita todas
sus frustraciones de su inicio laboral en gente que tiene derecho a una
oportunidad; para construir futuro se empieza reproduciendo antiguas
experiencias que dieron resultado, poniendo un freno a la copia malsana y
miserable que la mezquindad económica
impide la creación de riqueza en este segmentos de la economía en base a la laboriosidad.
Sin duda que el oportunismo es un eufemismo, tenemos que
evitar que se propale. UNODC se refiere al florecimiento de la corrupción
porque “Socaba el estado de derecho y
erosiona las instituciones democráticas de las sociedades justas y equitativas”. Apoyar a la pequeña empresa debe ser un
objetivo nacional para las economías en desarrollo, de lo contrario el
desempleo crecerá; los Estado, los gobiernos deben resolver por la pequeña empresa, dejando de privilegiar a los
representantes de la gran empresa quienes aprovechan los espacios como por
ejemplo en momentos en que Lima es sede
de la III ASPA , y esto es así cuando a este sector no le costó
nada sino a todos los peruanos.
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